"Manifiesto" que abre una puerta
lunes 05 de noviembre de 2012, 22:10h
El valor de un manifiesto suele estar en las
personalidades que lo suscriben. De aquí el interés de sus promotores -de todos los manifiestos- en que lo firmen muchos y en que sean
socialmente relevantes. Pero su valor también puede estar en lo que el
manifiesto dice y en su oportunidad.
El Manifiesto por el Federalismo y el
Consenso, que acaba de aparecer suscrito por centenares de intelectuales (en
sentido amplio) con la intención de frenar la ola de independentismo catalán,
fuertemente promovido y liderado por el presidente Mas y parte de CiU,
contiene, en otras cosas más tópicas y retóricas que exactas, algunas
afirmaciones de especial interés.
Por ejemplo, que "en Cataluña existe un
profundo sentimiento nacional, que debe ser reconocido e integrado de
nuevo en el seno de las instituciones
compartidas", Y que "si ese sentimiento de forma mayoritaria se manifestara
contrario de modo irreducible y permanente al mantenimiento de las
instituciones que entre todos nos dimos, la convicción democrática nos
obligaría al resto de los españoles a tomarlo en consideración para encontrar
una solución apropiada y respetuosa". Y que "un mejor encaje de Catalunya" lo
proporcionaría "una federalización del Estado".
No seria razonable, ni desde Catalunya ni
desde el resto de España, minusvalorar la aportación de este documento, por más
que se considere tardío, trufado de afirmaciones vacías y como tabla de
salvación cuando el agua llega a al cuello. Pese a todo, significa el
reconocimiento de una realidad y una apertura al diálogo para una actualización
del marco legal.
La afirmación del presidente Mas de que la
aspiración democrática del soberanismo catalán "no la pararán ni tribunales ni
constituciones", está fuera de lugar en boca del presidente de una autonomía,
ya que prometió acatar la Constitución, gracias a la cual ostenta este cargo y
que, además, es el representante ordinario del Estado en Catalunya. Y, además,
si vuelve salir elegido, no podrá tomar posesión si no promete y acata la
normativa constitucional y estatutaria vigente.
No en vano esta radicalización ha podido
interpretarse como una inadmisible "insumisión" al Estado de Derecho, e incluso,
como la amenaza de "un golpe de Estado civil". Es posible, incluso, que esta
actitud le perjudique de cara al electorado más sensato, que es el mayoritario.
No merece mucho crédito, cara el futuro, quien empieza situándose al margen, o
en contra, de la legalidad de un Estado democrático.
De alguna manera, en su descargo, podría
acudirse a la consideración, generalizada y resumida por reputado tratadista, cuando afirma que "si
bien en un régimen democrático la sociedad debe apegarse al ordenamiento
jurídico vigente, la legalidad también implica que tal ordenamiento pueda ser
modificado a través de procedimientos legales previamente establecidos para
adecuarlo a las transformaciones de la propia sociedad".
Pero descargo solo en parte, pues
si bien nuestra Constitución ya prevé mecanismos para su modificación, también
es cierto que estos mecanismos son muy rígidos y restrictivos; prácticamente
impracticables para un posible caso de legítimo deseo de secesión -con las
garantías democráticas necesarias- de alguno de los pueblos que integran
actualmente el conjunto estatal.
De aquí la oportunidad del
Manifiesto para el Federalismo y el Consenso, firmado por centenares de
intelectuales de toda la geografía española. Abre una puerta transitable, por
la vía del diálogo, a una razonable modificación constitucional, fuera de
radicalizaciones y actitudes de rebeldía o de insumisión que históricamente
han sembrado de tragedia nuestro país.
Vayamos todos por la senda democrática y constitucional...