Los mapaches invaden Doñana
lunes 05 de noviembre de 2012, 21:13h
Doñana,
la joya de la Corona medioambiental de la Junta de Andalucía, el espacio
protegido donde se cultiva a precios astronómicos el lince ibérico, el ojito
derecho de cualquier ecologista andaluz que se precie, el mayor Parque nacional
protegido del sur de Europa, acaba de dar la voz de alarma. ¿Nos invaden los
americanos! Alguien, harto de aguantar en su piso a las graciosas mascotas de
mapache que les compró a sus hijos por internet los pasados Reyes Magos, se ha
acercado a Bollullos y los ha puesto en libertad en el lugar preciso, junto a
los linces, los zorros, los conejos y otras especies endémicas de la zona. Pero
o sabía que este carnívoro americano de amplios antifaces y una adaptabilidad
al medio que para sí querría el vicepresidente Diego Valderas, es capaz
de reproducirse rápidamente y hacerse dueño del cotarro comiéndose los huevos
de muchas aves que anidan en Doñana y arrebatándole su espacio a otros animales
que llevan siglos viviendo entre Aznalcázar y Matalascañas. Se trata de una
invasión silenciosa que podría cambiar el hábitat natural del Parque más
importante de España, bastante amenazado ya por los vertidos contaminantes, la
desecación de sus acuíferos o el dragado del Guadalquivir. Mi preocupación
fundamental es si los mapaches en cuestión serán capaces de acabar con esa
especie de gatos tontos en que la Junta ha convertido los linces a base de
subvenciones como si fuesen los jornaleros de Juan Manuel Sánchez Gordillo y
Diego Cañamero o compañeros socialistas beneficiarios de los EREs
falsos. Conociendo a los yanquis y su ambición por dominar el mundo, no me
extrañaría nada que los mapaches en cuestión hayan sido introducidos por la CIA
para hacerse a la chita callando con esta importante reserva medioambiental
europea. Pregúntenselo a Hugo Chávez y verán como les da la razón.
La parábola de la invasión del mapache en Doñana me viene al pelo para hacer
una reflexión de lo que nos ha ocurrido a los españoles en las últimas décadas
desde que la red de redes se ha convertido en el pan nuestro de cada día para
millones de hogares. Bueno, a los españoles y todo el mundo mundial. Cuando
hablan del fracaso escolar de los niños que, según el famoso informe Pisa, en
Andalucía roza el suspenso general, me pregunto para que sirve internet además
de para bajarse canciones, pelis y juegos y chatear por Facebook o Twitter con
los colegas. Con este volumen de información a espensas de una tecla o un
ratón, en mi generación hubieran surgido genios como setas en otoño. Si los
ordenadores tuvieran batería perenne, está claro que a la clásica pregunta de
¿qué te llevarías a una isla desierta? el noventa y nueve por ciento de los
encuestados contestaría en estos momentos que su portátil, su "aipod"
o su "aifon", su tablet o su móvil de última generación, porque con
ellos los días pasarían a velocidad de vértigo aunque el Robinson Crusoe en
cuestión se muriese de hambre, eso sí, perfectamente informado de cuanto ocurre
en todo el planeta. No hay más que ver la de millones de usuarios que
diariamente pierden horas y horas comentando cualquiera de las chorradas que
alguien cuelga en twitter convirtiendo en "traidin topics" la
gilipollez más enorme. Gracias a ello, el clásico periodista está condenado a
la desaparición por más que se empeñe en subsistir como mileurista.
En estos momentos los políticos se han dado cuenta de lo fácil que es llegar a
miles de seguidores y han puesto a sus propios a chatear en internet. No hay
dirigente que no utilce diariamente sus "twits" para comentar las
sandeces más peregrinas que se le ocurran. Y como hay más tontos que botellines
de la Cruzcampo, enseguida surgen cientos, miles de "twiteros" que
les siguen el rollo. Hasta el mismísimo presidente Pepe Griñán, que va a
cumplir un día de estos setenta años, dedica varias horas de su limitado y
costoso tiempo a las llamadas redes sociales para tratar de ganarse al
personal. Por cierto, hace un par de días, manifestó en una entrevista
periodística a un grupo de comunicación andaluz que le baila el agua, que su
meta era la Junta de Andalucía y que nunca aspiraría a ser el candidato
socialista a la Presidencia del Gobierno. La pregunta es ¿tiene Griñán cara de
mapache? No sé, pero su cabello gris plateado y su antifaz de "el
Coyote", Pepe Griñán a mí me recuerdan a este mamífero americano
cuyo nombre quiere decir algo así como "el que se rasca con las
manos". Su compañero Alfredo Pérez Rubalcaba más le valdría que
estuviera atento a las próximas jugadas porque no hay nada peor que te invadan
especies foráneas y que, a lo totnto a lo tonto, acaben robándote la cartera
sin que te des ni cuenta. Lo dicho, la parábola de la invasión del mapache en
Doñana podría ser toda una premonición de lo que está `por venir.