Gobernar la casa del sabio
lunes 05 de noviembre de 2012, 12:43h
En la última reunión de la Comisión de Educación del Congreso de los
Diputados me tocó fijar la posición del Grupo Socialista sobre una
iniciativa de CiU para mejorar la gobernanza de la Universidad. Que
traducido del politiqués al castellano quiere decir una iniciativa para
intervenir la Universidad, con la excusa de querer rescatarla. Por
cierto, no siempre que te intervienen luego te rescatan, incluso puedes
terminar necesitando que te rescaten de los que te han intervenido.
Si el amable lector o lectora de esta columna me hace el favor de
dejar de pensar un momento, convendrá conmigo en que es evidente que
«algo hay que hacer» con la Universidad española. Si a continuación nos
preguntamos ¿qué pasa con la Universidad española? lo más probable es
que, sin necesidad todavía de que volvamos a pensar, digamos
automáticamente que ninguna universidad española está entre las cien
primeras del mundo. Todavía con el cerebro en automático podríamos
continuar afirmando que sobran universidades, y que lo bueno es que
hubiera menos pero de más calidad.
Sé que estoy abusando de la confianza del amable lector, pidiéndole
que contenga su cerebro como quien contiene la respiración. Así que
queda liberado de mi petición. Ya podemos pensar. Pensemos, por ejemplo,
que sin que tengamos ninguna Universidad entre las cien primeras del
mundo, las empresas alemanas tienen mucho interés en contratar a
nuestros jóvenes ingenieros, y los hospitales británicos a nuestros
sanitarios. Pensemos, por ejemplo, que nuestros universitarios tienen
una tasa de desempleo que es la mitad de la tasa de los que no son
universitarios, y que mientras que el 79% de nuestros universitarios
acaba a su edad, la media de la OCDE es el 70. Pensemos, por ejemplo,
que en el ranking de las universidades con menos de 25 años, que son la
mayoría en el mundo y en España, tenemos dos entre las diez primeras. Y
pensemos que todo eso lo hacemos invirtiendo un 20% menos que la media
de los países de la OCDE.
Nuestro ministro de Educación, que me consta que es un hombre muy
inteligente, lleva conteniendo su pensamiento tanto tiempo que empieza a
ser angustiante. Y no solo el ministro. Contra cualquier dato que
opongamos siempre funciona el «pero se puede mejorar». Y así volvemos al
«hay que hacer algo»; casualmente el mismo «algo» que ya tenían
planeado antes de conocer los datos. Intuyendo qué es lo que quieren
hacer CiU y PP, presenté una enmienda para que en la mejora de la
gobernanza de la Universidad se buscara el consenso de los
universitarios. Mi argumento se podía resumir en el refrán que dice:
«más sabe el tonto en su casa que el sabio en la ajena», y dado que
pretendemos decirle al «sabio» cómo debe gobernar su casa, más vale que
contemos con su opinión. Ni CiU ni el PP aceptaron nuestra enmienda. Con
independencia de su identidad nacional, las derechas coinciden en que
los bancos se arreglan dándoles dinero y las universidades quitándoles
autonomía. Eso sí que es asimétrico.