lunes 05 de noviembre de 2012, 08:04h
Dicen los psicólogos, estos
modernos confesores laicos, pero con
salario por hora e intenciones mucho menos transparentes que las de los curas
clásicos, que el nivel de inteligencia de un individuo se puede medir por su
capacidad de adaptación. Si esto es así, vivimos una época ideal para sacar a
la luz nuestra inteligencia.
Ya son legión los jóvenes que han
tenido que volver a casa y ocupar de nuevo su vieja habitación para hacer frente común (o
sea, familiar...) a la crisis. No está
mal que situaciones extremas, como
esta que estamos atravesando, llenas de
paro, de escasez y de temor al futuro,
nos hagan volver la mirada a instituciones como la familia.
Cuando, por la razón que sea,
tenemos que cambiar de domicilio, o de oficina, nos damos cuenta de la cantidad
de cosas que podemos desechar de las cuales, sin embargo, no habríamos
prescindido de no haberse producido ese
traslado. Uno se da cuenta entonces de
que puede hacer exactamente lo mismo que venía haciendo pero con menos cosas, sencillamente porque ha
seleccionado las imprescindibles y ha desechado las demás.
El momento que atravesamos
es muy parecido a ese cambio
de domicilio familiar en donde, de
pronto, los cuatro miembros de una familia,
que vivían en un piso con 5
habitaciones, tienen que trasladarse a uno de tres. Es cierto que antes posiblemente vivirían mejor, pero también
que se pueden acoplar a esa nueva
realidad y con un mínimo de independencia. Basta con una buena dosis de organización y otra, no menor, de buena
voluntad. Las dos cuestiones son necesarias y, de no conseguir
organizarse o que todos los miembros cedan un poco ante las nuevas circunstancias, para no estar
inevitablemente mal, la solución está condenada al fracaso.
En otras palabras, sin esa capacidad de adaptación,el grupo (en este caso, familiar) habría demostrado su falta de inteligencia. Por lo
demás, la experiencia nos ha mostrado
una y mil veces, que después de la tempestad, siempre viene la calma, así es
que toca
luchar a la espera de tiempos
mejores ...
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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