La línea vertebradora de España que plantea el primer secretario de los
socialistas catalanes,
Pere Navarro, es el llamado 'federalismo cooperativo',
que pretende, según 'vende' el PSC, articular la diversidad del Estado desde el
máximo reconocimiento de las legítimas diferencias de sus territorios, a la vez
que garantizando la igualdad de derechos de los ciudadanos.
En un documento interno de trabajo, se especifican algunas ideas que
deberán servir para clarificar el debate interno. Se dice en primer lugar que
los socialistas son internacionalistas, y que por ello no apoyan al
independentismo que postula la secesión de Cataluña del resto de España... pero
tampoco apoyan el nacionalismo español por el que, según la tesis aznarista, se
debe recentralizar el Estado.
Frente a esa dicotomía, los socialistas catalanes defienden algo que ya fue
muy oído durante la etapa de
Zapatero; que España es una nación de naciones con
una realidad plurinacional, y que Cataluña es una 'nación' y, por lo tanto,
tiene derecho a la diferencia, aunque este derecho no debe ni puede significar
diferencia de derechos. Para salir de este aparente problema, el PSC mantiene
que los hechos diferenciales de orden cultural, lingüístico, etcétera que
definirían a los catalanes jamás pueden justificar privilegios de derechos cívicos,
sociales o económicos. Es decir, que el proyecto federalista para el Estado
español debe entroncar con las propuestas federalistas para el futuro de la
Unión Europea, así como con el espíritu federalista del municipalismo.
Ese tipo de federalismo es llamado desde los socialistas catalanes como "federalismo
cooperativo", el cual ha de asumir derechos históricos contenidos en la Constitución
Española y de generar nuevas estructuras de coordinación interterritorial, un
eficaz reparto de competencias y un equilibrado y justo sistema de
financiación.
En resumen, que el PSC exige -y quiere que su propuesta sea defendida por
el conjunto del PSOE- un pacto federal que incluya la reforma de la
Constitución, con la reforma del Senado como pieza fundamental, de manera que
en la configuración de un Estado plurinacional se reconozcan las identidades
nacionales y las posibilidades de máximo autogobierno, a la vez que la cohesión
social y la solidaridad interterritorial que reclama la ciudadanía.
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