La injusticia del desahucio
lunes 29 de octubre de 2012, 08:05h
Con
lo lenta que es la Justicia española, sorprende la celeridad con que se
ejecutan los desahucios. Como si éstos tuvieran otra vara de medir.
Lo
cierto es que en nuestro país se efectúan 500 desahucios diarios. Es decir,
medio millón desde 2008. Una auténtica barbaridad.
La
tragedia social y personal que supone perder la vivienda y quedarse, en muchos
casos, en la p... calle empieza a jalonarse de sucesos escalofriantes, como el
creciente número de suicidios entre los afectados.
Sigo
sin entender, además, que gran parte de esos incidentes no concluyan al
entregarse el bien hipotecado -la famosa dación, que algunos tratan de imponer-,
sino que la persona privada de su vivienda tiene que seguir pagando lo que
queda del préstamo: o sea, que además de cornuda, apaleada.
El
argumento del acreedor es que dio un crédito superior al precio del piso
hipotecado. ¿Pero qué culpa tiene de ello el prestatario? ¿No era
responsabilidad del prestador ajustarse al valor del inmueble dado en prenda?
Ésa
fue en su día la intención de los juristas romanos al crear los préstamos
hipotecarios, justo lo contrario de la avaricia de los banqueros actuales, unos
inútiles en su oficio que nos han hundido en el abismo financiero.
Lo
absurdo de la práctica indiscriminada del desahucio es que con ella salen
perdiendo las entidades financieras, que acaban revendiendo los pisos a la
mitad de su valor. ¿No les resultaría mejor dejárselos a sus propietarios, en
espera de recuperar algún día el dinero prestado?
En
vez de eso, prefieren tirar piedras contra su propio tejado y hundir el mercado
inmobiliario con tal de seguir fastidiando al personal.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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