La 'gesta' del paracaidista Felix Baumgartner el pasado 14 de octubre en su intento de batir varios records desde la estratosfera, entre ellos, el de lograr la mayor altura jamás alcanza con un globo aerostático no ha pasado desapercibido en Guadalajara y, según el historiador Pedro José Pradillo, "para muchos guadalajareños esta noticia nos retrotrae a algunos episodios de la historia reciente de Guadalajara, cuando en su Parque de Aerostación se plantearon varios intentos de afrontar este tipo de retos".
El Patronato Municipal de Cultura recuerda ahora a aquellos pioneros que, explican, "con sus intentos fallidos, colocaron el nombre de
nuestra ciudad en las páginas más vibrantes de la historia de la aeronáutica" y que pone de manifiesto que la hazaña del austriaco no es, ni mucho menos, algo extraño entre los amantes de la aeronáutica.
El
infortunado Benito Molas, 1928
Cuenta Pradillo que el primer ensayo para batir el record de ascensión en globo tripulado fue
programado por el comandante de Artillería Benito Molas García en 1928. Este
reputado aerostero, después de participar con éxito en la Copa Gordon Bennett
de 1927 -la competición internacional de vuelo aerostático más importante del
momento-, abordó el proyecto de batir el record mundial de altura desde
Guadalajara proponiéndose alcanzar los 9.000 metros en un esférico de 2.200
metros cúbicos. Aquel techo estaba fijado en 11.145 metros por el francés Sadi
Lecointe pero, a bordo de un biplano especial Niuport.
Después de este primer intento fallido, el 15 de septiembre de 1928,
Benito Molas planeó otra intentona a bordo del globo 'Hispania' desde el guadalajareño Parque de los Manantiales.
Aquel osado piloto
apenas sabía donde ponerse "en una barquilla repleta de sacos terreros, contaba con
un equipamiento más que discreto, y un soporte de seguimiento que se limitó a
las palabras de ánimo pronunciadas antes se salir por su compañero Enrique
Maldonado, diseñador y constructor del dirigible Reina Cristina", explica el historiador.
El aerostato al poco de elevarse sobre Guadalajara alcanzó los 5.000
metros, divisándose poco después desde Alcalá de Henares, donde tomó una
trayectoria en dirección al levante; pero, al anochecer de ese mismo día, fue
encontrado el esférico con el cadáver de su piloto en Yela, pedanía del
municipio albacetense de Nerpio.
Después de recuperar su cuerpo, la autopsia reveló que Benito Molas había
fallecido por asfixia. Y, tras el examen del barógrafo del 'Hispania',
se comprobó que el globo había ascendido hasta los 5.500 sin desprendimiento de
lastre; aunque para alcanzar los 8.500 metros tuvo que deshacerse de algunos
sacos. En posterior maniobra, el piloto descendió voluntariamente hasta los
6.500 metros para, inmediatamente, iniciar la ascensión hasta los 11.000, cota
en la que empezó a descender lentamente hasta tomar tierra.
Las crónicas locales del desaparecido periódico de Guadalajara, Flores y Abejas, contaba el 23 de octubre de 1928 como "en esta
población ha sido muy sentida la trágica muerte del heroico aerostero D. Benito
Molas, comandante de Artillería, quien el sábado antepasado salió de este
polígono de Aerostación pilotando el globo 'Hispania' con el propósito de batir
el record mundial de altura. Pereció
asfixiado después de haberse elevado el globo más de diez mil metros. El Servicio
de Aerostación celebrará un funeral en sufragio del heroico aerostero al
cumplirse el mes de su fallecimiento."
Los
frustrados avances de Emilio Herrera, 1935
La historia de intentonas no cejaría pese a los funestos resultados. Años después de aquellas tentativas, y tras los éxitos obtenidos en 1931
y 1932 por el profesor belga Auguste Piccard -con ascensiones de 15.700
metros-, el ingeniero militar Emilio Herrera se planteó el mismo reto,
proponiéndose superar los 20.000 metros de ascensión. Para ello, contaría con
globo de 24.000 metros cúbicos, 36 metros de diámetro y un peso de 1.740
kilogramos construido en Guadalajara.
Todas las particularidades y cálculos matemáticos del proyecto fueron
expuestos en 1935 por Herrera Linares a la Academia de las Ciencias, la
Aviación Militar y la Sociedad Geográfica Española; haciéndose eco de la
proposición todos los medios informativos, incluso de terceros países.
El reto se mantenía en los límites de las ascensiones clásicas, por lo
que el piloto iría sólo y en barquilla abierta. Estas circunstancias le
obligaron a diseñar un traje especial que, con el tiempo, sería modelo para
confeccionar los de los primeros astronautas lanzados desde las bases de la
Unión Soviética y de Estados Unidos.
"Aún es difícil admitir que la fotografía
de Emilio Herrera enfundado en su prototipo esté tomada en 1935", señala Pedro José Pradillo.
En sus Memorias, publicadas en Madrid en 1986, daría cuenta de algunas de las características
más importantes de su propósito y del diseño del aerostato y de la espectacular -y seguro que incómoda- escafandra
espacial.
"El globo
fue construido, con arreglo a mis planos, en los talleres del Servicio de
Aerostación de Guadalajara; pero había que resolver el problema de la
escafandra, o sea, de un traje que, manteniendo en su interior aire a la
presión atmosférica normal para vida, pudiera permitir libertad de movimientos
en el vacío" relata en el libro.
Herrera explica que construyó "la
primera escafandra del espacio que haya existido y se haya ensayado en el
mundo" pero desgraciadamente los acontecimientos ocurridos en el mes de julio de 1936 y
posterior enfrentamiento militar impidieron que la empresa, programada para el
mes de octubre de ese año, se pudiera consumar. Finalmente, según aseguró el
mismo, "...el globo fue cortado en pedazos para hacer impermeables para los
soldados con su tela (seda cauchutada) y la escafandra con todos los
instrumentos cayeron, en Cuatro Vientos, en manos del enemigo".
Una auténtica lástima que, según Pradillo provocaron que quedaran "en duda la eficacia de sus inventos y frustrado su
intento de alcanzar las cotas más altas de la atmósfera en globo libre".