Ridruejo o la fuerza del desencanto
lunes 15 de octubre de 2012, 10:06h
Este mes se
cumple el centenario del nacimiento de Dionisio Ridruejo. Dionisio, como hombre
intrínsecamente bueno, era una persona propicia a la ilusión y al desencanto.
Su sinceridad y su sentido autocrítico favorecían su evolución por razones
morales y no por puro posibilismo político. Su inicial aproximación a José
Antonio Primo de Rivera vino por la vía literaria, cuando Dionisio, jovencísimo
poeta, tuvo un encuentro organizado por una amiga común y quedó impactado por
la sensibilidad de José Antonio para la poesía y a las atinadas opiniones y
consejos que le dio sobre sus versos juveniles.
Cuando la
Guerra Civil dividió España, Ridruejo era el pequeño líder de un sindicato
infantil de estudiantes de bachillerato en Segovia. La desaparición o
cautiverio de los dirigentes nacionales
falangistas hizo que el joven Ridruejo se convirtiese en un referente de
importancia en la zona nacional. Su colaboración con el ex diputado cedista
Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, lo convirtió en un personaje destacado
que quiso completar su imagen ideológica, en la postguerra, con un episodio
heroico, dadas sus precarias condiciones físicas, alistándose en la División
Azul. Al regreso de Rusia se encontró con una situación que provocó su primer
desencanto, que no fue del purismo falangista sino de un franquismo que no se
correspondía a sus ideales juveniles. Le quedó la devoción a sus amigos de
antaño, desde José Antonio a su general Muñoz Grandes, Serrano Suñer, Laín,
Ruiz Jiménez, por citar algunos. También el recuerdo de sus afanes por rescatar
de la sombra, a través de la revista "Escorial", nombres importantes de la
cultura española, como Menéndez Pidal, Zubiri, Marañón y Marías. Su desencanto
no fue estéril, al romper el muro entre los que él llamaba "excluyentes y
comprensivos" que si no fue derrumbado, si quedó agrietado.
Por aquellas
grietas penetró un espíritu que llamaríamos aperturista y que permitió a Ridruejo volver a ilusionarse con
la esperanza que suscitaban hombres como Joaquín Ruiz Jiménez, promovido a
ministro de educación. Fueron los tiempos del Centro Cultural "Tiempo Nuevo" y
otros espacios entreabiertos entre los que nacerían algunas iniciativas, como
el Congreso de Escritores Jóvenes, en el que participaríamos, y unos proyectos
reformistas que no llegarían a consolidarse y se frustrarían con la crisis estudiantil
de 1.956 en que Ridruejo conectó con una generación universitaria a la que
pertenecíamos José María Ruiz Gallardón,
Enrique Múgica, Javier Pradera, Ramón Tamames y yo mismo. Tuvo un nuevo
desencanto al frenarse aquel impulso que, sin embargo, modificó el paisaje
político de aquella época.
A partir de
entonces, Dionisio consideró que las tendencias internas en aquella España
deberían orientarse hacia dos direcciones, la democristiana y la socialdemócrata,
capaces de fundamentar una alternativa viable de grandes partidos. Él eligió la
vía socialdemócrata y creó la Unión Socialdemócrata Española, en la que volvió
a poner su ilusión. Agrupó a personas notables pero no en número suficiente
para ocupar el espacio de los partidos históricos de la izquierda desterrada ni
de la derecha reformada. Lo que denominamos la pretransición no le ofreció las
oportunidades que merecía y su partido
no ocupó un espacio relevante en el duro y pragmático terreno de las
maniobras políticas preconstitucionales. Quizá fue su último desencanto al
final de su vida pero, después de su muerte, iniciada la era constitucional,
varios de sus seguidores conectarían con la configuración parlamentaria de
Coalición Democrática de Manuel Fraga, como José Ramón Lasuén, Manuel
Cantarero, Fernando Chueca Goitia, Eurico de la Peña y José María Gil Robles
(hijo), aportando aires de liberalismo social a un proyecto que llegaría a
convertirse, más adelante, en partido de gobierno.
Hoy podemos
considerar que Dionisio Ridruejo fue un hombre integro, lleno de buena
voluntad, que sufrió tres desencantos en tres capítulos de la historia política
de España. De todos estos desencantos quedarían aportaciones para la
convivencia libre de los españoles y equipos que, dispersos por distintas
parcelas del espectro político, llevaron y siguen llevando un espíritu común de
concordia, inteligencia y honestidad. Porque lo que nos inoculó Dionisio
Ridruejo con sus desencantos, fue una fuerza moral inasequible al desaliento
para servir a España con ánimo integrador y abierto, como él mismo hizo, hasta
el último día de nuestras vidas.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
14479 | Pikertom - 16/10/2012 @ 12:43:03 (GMT+1)
Artículo de una indecencia intelectual máxima. Ridruejo y sus secuaces, los llamados intelectuales fascistas, fueron los responsables mediante escritos, discursos y llamamientos a la violencia extrema de la muerte de la democracia española mediante el golpe de estado y posterior guerra civil y celebración genocida de la posguerra de los años 40. Si en los años 60 se arrepintió, demasiado tarde, el daño ya estaba hecho. ¡Un buen hombre! Y una mierda.
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