¿Nos merecemos este Nobel?
lunes 15 de octubre de 2012, 08:03h
¿Ahora precisamente que
Europa está recortando derechos? ¿Ahora que, en medio de la crisis, Europa está
dando un espectáculo de indecisión y obliga a los países con más dificultades a
recortar derechos y a optar por la pobreza? ¿Ahora que España, que es mestizaje
en su esencia, pone barreras a los sin papeles para que accedan a la sanidad y
tasas a todos los ciudadanos para acceder a la justicia? ¿Ahora que está en
cuestión hasta el Estado de solidaridad? El Nobel de la Paz para la Unión
Europea es, cuando menos, polémico y deja un regusto amargo. No ha sido
celebrado casi ni por las propias autoridades europeas. Claro que también se lo
dieron a Obama cuando aún no había
tenido tiempo de hacer nada. Habría que revisar, incluso, el tratamiento que
Europa ha dado a la inmigración, generoso con muchos, pero aprovechado por
muchas personas sin escrúpulos para tener mano de obra barata, personas sin
derechos y hasta una trata de hombres y mujeres realmente escandalosa y
denigrante.
Hay muchas cosas a favor
de una Europa en paz, donde los derechos humanos tienen carta de naturaleza,
donde muchos ciudadanos no han conocido otro régimen que la de democracia
-imperfecta, pero democracia- donde todos hemos vivido en libertad -con
excepciones como el País Vasco durante los últimos cuarenta años- y donde la
desaparición de la Unión Soviética se ha saldado con heridas muy graves, pero
abriendo puertas a un futuro en libertad. Una Europa que apostó por la dignidad
de la persona y los valores humanos que están en su esencia cristiana y que,
con todos sus grandes defectos, sigue siendo un referente de democracia y
libertad para el mundo.
Pero esta Europa está hoy herida,
no sabe por dónde caminar y parece dispuesta a dar marcha atrás incluso en cuestiones
esenciales, dinamitando incluso el Estado del Bienestar si es preciso,
especialmente en los países que más sufren la crisis. Una Europa sin liderazgo
y que pierde credibilidad. Una Europa que negocia con los países que violan
cada día los derechos humanos. ¿Nos merecemos también los ciudadanos españoles
de hoy este Nobel por haber logrado la etapa democrática y libre más larga y
profunda de la historia? ¿Nos lo merecemos hoy con el ejemplo que estamos
dando? ¿Están España y Europa dispuestas a defender los derechos humanos de
todos los que viven en su territorio garantizando el acceso a la educación y a
la salud, a la justicia, a una vivienda digna, al trabajo, a la libertad y a la
democracia efectiva y no nominal?
Hay que exigir más a una
colectividad para darle este Nobel de la Paz cuando, además, hay tantas
organizaciones en el mundo que se están dejando la piel, con enormes riesgos,
por defender los derechos de los que no tienen derechos. Ni derechos ni nada.
Europa debería renunciar a este Nobel si no hace un compromiso real y concreto
con los derechos de los más desfavorecidos. En Europa y fuera de ella.