Durante una
convivencia
bien pensada, antes de llevarla a la práctica, debe haber paz
entre la pareja, pero ... puede pasar de todo. Y a veces son
problemas de adaptación
los que llevan a frecuentes discusiones hasta que la nueva pareja por
fin, se adapta. O si no es así, en el
horizonte aparece la posibilidad de una separación,
y si no se resuelve: el divorcio.
Recientemente
se publicó un libro en Estados Unidos sobre las personas que se
divorcian y su autor Josep Epstein apoya "el sueño de la
familia propia", es decir está a favor de esa familia que se
funda, nos dice que es una
institución única
en la que se vive para algo más grande que nosotros mismos, se
enmarca en relaciones que no tienen que ver con las transaciones
comerciales. Se hacen cosas para los
otros porque son nuestra familia.
Epstein nos dice que sólo los
que han tenido una vida familiar saben
las ventajas que puede tener esto, en un mundo donde predomina la
indiferencia hacia los otros.
El
índice de divorcios
está creciendo, es
un fenómeno social, y es sobre todo por el aumento de expectativas,
demandas de autonomía
y el deseo de vivir nuevas
experiencias. En terapia
contemplar la posibilidad de un
divorcio puede ser una forma de
exaltar y mejorar el
compromiso en un matrimonio estancado.
Y cuando la pareja habla seriamente
del divorcio con el terapéuta no
suelen divorciarse.
A
menudo las personas afectadas por un matrimonio
con problemas mantienen un exceso
de apego con su pareja. Algunos pasan
de esa conducta a una aislada,
en la que les cuesta intimar, habiendo pasado antes por adultos
independientes... Otros no logran
cambiar, no ven en el divorcio una
solución, y si llegan al divorcio
se involucran rápidamente en otra relación de apego
excesivo. Si no la encuentran caen en
depresión. Los que logran el cambio,
optan por divorciarse
o pasar por una etapa de independencia
en la que recuperen su
propia identidad. Más adelante si
establecen una nueva relación ya será diferente, y será entre dos
personas independientes.
Mel
Krantzler habla en "El divorcio creativo" de un proceso que
abarca desde la muerte
de la relación hasta el renacer
del individuo, después de pasar el
periodo de duelo.
Este autor subraya con satisfacción,
cómo las mujeres
desarrollan recursos internos que
estaban sepultados
durante sus matrimonios y que les crean una vida feliz
y gratificante, incluso sin llegar a
casarse. Y añade Krantzler que
su propio divorcio fué para él la
experiencia que más le
enriqueció en su vida.
En
resumen, la terapia de
personas que buscan divorciarse
para darle solución a su matrimonio
perturbado, incluye el apoyo del
terapéuta
de pareja en la orientación
de los problemas
de separación, aprender a ser
independiente y maduro,
y contemplar la necesidad como
virtud.
También utilizar esta infortunada situación - el divorcio- para
descubrir
y desarrollar
el potencial de un individuo único e
independiente.
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Ana de Calle
Sexóloga y Terapéuta de Pareja
www.elsexoesvida.com
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