lunes 10 de septiembre de 2012, 07:58h
Déjenme hacer un poquito de Historia. En México el
Porfiriato se prolongó desde 1876 hasta 1910. Porfirio Díaz fue elegido nueve
veces como Presidente de la República. Como consecuencia, Francisco Madero creó
en 1909 el Partido Nacional Antireeleccionista. Dejando, por falta de espacio,
las vicisitudes revolucionarias al margen, ese espíritu impregnó la
constitución mexicana. Su artículo 59 dice que los diputados y senadores no
podrán ser reelectos para el periodo inmediato. Por el articulo 83, el
Presidente de la República en ningún caso, y por ningún motivo, podrá volver a
desempeñar ese puesto. El 115 establece que los presidentes municipales,
regidores y síndicos de los ayuntamientos no podrán ser reelectos para el
periodo inmediato, y el 116 decreta lo mismo para los gobernadores de los
estados.
Me viene esto a la cabeza por un interesantísimo
artículo de César Molinas publicado el domingo 9 en El País. Su título "Una
teoría de la clase política española", es un anticipo de su libro titulado
"¿Qué hacer con España?". En él expone, muy didácticamente, algo que todos
sabemos o intuimos, algo confirmado desde hace años por las encuestas; el
principal problema de España es su casta política profesional, enquistada en
las estructuras del poder desde que relevó a los artífices de la transición;
unos simples amateurs. Molinas afirma
que esa casta "forma una élite extractiva, según la terminología popularizada
por Acemoglu y Robinson. Los políticos españoles son los principales
responsables de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de
la burbuja de las energías renovables y de la burbuja de las infraestructuras
innecesarias (...) a la joven democracia española se le acabó implantando una
clase política profesional que rápidamente devino disfuncional y monstruosa,
como un gran calamar vampiro abrazado a la cara de la humanidad, que va creando
una burbuja tras otra para succionar de ellas todo el dinero posible". La
responsabilidad la achaca al "sistema electoral proporcional, con listas
cerradas y bloqueadas" y por ello "la política y sus aledaños se han convertido
en un modus vivendi que alterna
cargos oficiales con enchufes en empresas, fundaciones y organismos públicos y,
también, con canonjías en empresas privadas reguladas que dependen del BOE para
prosperar".
El sistema mexicano no está exento de problemas; las
mismas personas bailan con diferentes cargos sin repetir mandato, y son
partidos, como el PRI, los que colocan a sus candidatos en distintos puestos,
respetando, eso sí, el principio de la no reelección.
Pero combinando
un sistema de listas abiertas con el principio de no reelección, se
garantizaría un relevo constante en el poder sin ceder a la tiranía de los
partidos. Los candidatos tendrían que exponer sus méritos personales y en
cargos anteriores para convencer a los electores.
Molinas cita a
Acemoglu y Robinson, y a su reciente, y ya célebre libro "Por qué fracasan las
naciones". En él sostienen que una élite extractiva se caracteriza por
"tener un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza
nueva, detraer rentas de la mayoría de la población en beneficio propio".
Por eso, ahorita en España hay que ganar tiempo con recortes, pero sin hacer
verdaderas reformas, dando a entender que "la crisis es un acto de Dios, algo
que viene de fuera, imprevisible por naturaleza y ante lo cual sólo cabe la
resignación (...) ¿Cómo es que, como medida ejemplarizante, no se ha planteado en
serio la abolición del Senado, de las diputaciones, la reducción del número de
ayuntamientos...? Pues porque, caídas las Cajas de Ahorro ¾y ante las dificultades presentes para generar nuevas burbujas¾ la defensa de las rentas capturadas restantes se lleva a
ultranza". Es curioso que no mencione a las Comunidades Autónomas como entes a
suprimir, aunque las haya señalado como una de las partes más importantes de esa
"élite extractiva".
La predicción de Molinas es que nuestra casta política,
o quiste político, preferirá antes arrastrarnos a todos al desastre y a la
miseria sacándonos del euro, a quien se le acusa de todos los problemas, que
hacerse el harakiri político y económico.
La solución propuesta por Molinas es la de las listas
abiertas, y un sistema mayoritario de elección que acabe con la partidocracia
imperante. Elegir directamente a las personas para acabar con la obediencia a
las cúpulas de los partidos.
A falta de leer el libro, que será publicado el año
próximo, en el artículo echo de menos otras motivaciones, aparte de las económicas,
para eternizarse como casta profesional. Hay políticos a quienes más que el
dinero "les pone" el adanismo, el narcisismo, el mesianismo o el simple
erotismo de manejar información, influencias y, por lo tanto, poder. Eso les
lleva a enquistarse en el poder a todos los niveles. No solo estatal o
autonómico. También a nivel municipal tenemos ejemplos de alcaldes eternos.
Nadie es imprescindible; ni providencial, ni un
mesías, ni un profeta. El culto a la personalidad es uno de los rasgos más
característicos del fascismo, y la reelección una de sus facetas más dulces con
la mascarita de democrática. Una vez aupada en el poder el objetivo de esta
hidra de mil cabezas es mantenerse en él. Esas cabezas se pelean y muerden a
nuestra vista, pues parecen competir por el poder, pero tienen un solo cuerpo que
las alimenta vampirizándonos. Es difícil no intuir que cada recorte en nuestros
ingresos sirve para mantener con un hálito de vida un Senado casi exangüe, por
ejemplo. O 17 sistemas autonómicos innecesarios. La exclusión de los
inmigrantes del sistema de salud, cada céntimo sanitario de gasolina, el
medicamentazo, el robo de la paga extra de navidad, reducciones de salario, el
aumento del IVA... Todo alimenta a esa hidra de cien mil políticos profesionales
enquistados en nuestro sistema, dispuestos a todo tipo de recortes con tal de
no hacer verdaderas reformas que pongan en peligro los expolios reflejados en
sus nóminas. Y la solución no es, como pretende Cospedal, suprimir los sueldos
a los diputados autonómicos; ese sufragio pasivo censitario limitaría la
política a los ricos y/o a los corruptos. Como en la Restauración. La solución
es suprimirlos. ¿Habrá que resucitar a Madero y a su partido en la nación
hermana?
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (2)
12870 | B T-M - 10/09/2012 @ 11:48:48 (GMT+1)
Kroker, como siempre agradecerle su atenta lectura y comentario posterior. Algo recuerdo, vagamente, de aquel proyecto de la Agencia Espacial Europea. ¿Estoy equivocado si digo que las Canarias presentaban determinadas ventajas que no se encontraban en la Guyana? En su comentario propone usted un inteligente e interesante tema para un nuevo debate; loables banderas como el ecologismo, la defensa de una lengua o una cultura, de los pobres y hambrientos y muchas más causas nobles ondeadas por políticos caciquiles para pastorear sus banderías.
12867 | kroker - 10/09/2012 @ 10:08:32 (GMT+1)
Desde luego, da gusto leer artículos de esta calidad y escritos con criterio. Aunque no se comparta totalmente el contenido, si es cierto que la clase política y más concretamente los partidos, son el verdadero problema de España.
La frase de atribuida a Alfonso Guerra: "el que se mueve no sale en la foto", mostraba ya desde entonces gráficamente de que iban los llamados "aparatos". Los "cambios estructurales", de los que todo el mundo habla pero que nadie sabe precisar bien, tendrían que empezar por el propio sistema desde su base, que no es otra que los partidos, sindicatos y también la propia estructura del Estado.
Siempre pongo por ejemplo, lo que pasa por estas islas, más que nada porque todos tenemos defectos. La isla de El Hierro tiene escasos 11.000 habitantes. Cuenta como no podía ser de otra manera con su Cabildo Insular; hasta hace un par de años contaba con dos ayuntamientos, ahora son tres. Además cuenta con la delegación de la AEAT, Juzgados, Guardia Civil, a lo que añadimos las policías locales y las dependencias del Gobierno de Canarias. No se cuanta gente vive directa o indirectamente de un sueldo público, pero es sintomático que en una encuesta realizada hace años entre los escolares isleños, a la pregunta de qué querían ser de mayores, la respuesta mayoritaria fue: empleado del Cabildo.
En esa pequeña isla, como en otras del archipiélago, se ha perpetuado una casta política caciquil con nombres y apellidos; pero a diferencia de por ejemplo Lanzarote, no se han llegado a extremos de corrupción que dé con el cacique en la cárcel, en el Hierro es todo lo contrario, es un tipo competente y muy listo, muy paternalista, pero como los señores feudales protege a cambio de poder.
Hace unos años, la Agencia Espacial Europea, quiso construir en la isla, una base de lanzamientos de cohetes, en cierta medida como complementaria de Guayana. Por parte de las autoridades locales se movilizó a toda la población en contra, y evidentemente no se hizo. El peligro era evidente, unas instalaciones de ese tipo significaba que el Cabildo Insular dejaba de ser el "gran hermano" que todo lo controla, quién decide cuando se trabaja, quién y cómo, y claro, eso no se podía permitir. La Isla perdió el tren del futuro, lo cual corrobora la tesis de que: "antes muerta que perdida", prefieren el hundimiento o el atraso de un territorio antes que perder sus privilegios. En esas estamos.
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