Parece que esas fueron las palabras que en portugués le dijo Durao Barroso al Primer Ministro, José Sócrates, a las 2:12 de la madrugada –porreiro pá¡- algo así como “fantástico tío¡”. Quizás con un suspiro de alivio, pues Durao Barroso ambiciona seguir presidiendo el ejecutivo europeo 4 años más y hubiera sido un desastre que lo que hábilmente dejó tejido Ángela Merkel en el Consejo Europeo de Bruselas de 22 y 23 de junio, el ultimo acto de la Presidencia semestral alemana en la que sabíamos se jugaba el ser o no ser del nuevo Tratado, como digo atado y bien atado en el apéndice primero de las conclusiones de aquel Consejo.
Quedó claro que la Conferencia Intergubernamental de julio poco más iba a hacer que pasar a maquina aquel dictado en el que quedaban fuera los grandes inconvenientes del fracasado Tratado Constitucional de 2004. La propia apariencia constitucional que había que eliminar con un hábil maquillaje, que ha consistido sobretodo en eliminar la referencia al termino Constitución, eliminar la referencia a los símbolos aunque sigan siendo los mismo, eliminar los nombres de ley, y ley marco para quitar la apariencia de Súper-Estado a la Unión Europea dejando los nombres de Directivas y Reglamentos y mandar a paseo la larga parte tercera de aquel Tratado, que contenía las políticas, que para eso ya estaban en los Tratados anteriores y había sido innecesario presentarlas de nuevo, eso si manteniendo las reformas y las novedades.
Así que ya tenemos el nuevo Tratado de Reforma, que como dice su nombre reforma el Tratado de la Unión Europea y el Tratado del Marcado Común, pues entierra para siempre el nombre de Comunidad. Este Tratado pasará a llamarse Tratado sobre el Funcionamiento de la Unión, y la “Comunidad” pasará a mejor vida.
Pero no quiere decir todo esto que no apreciemos el importante valor del Tratado de Reforma o Tratado de Lisboa, más al contrario, es un logro que mantiene las más importantes modificaciones institucionales contenidas ya en el fracasado Tratado Constitucional de 2004: un Presidente para el Consejo, una Autoridad Máxima para los Asuntos Exteriores con medios materiales y cuerpo consular, una mayoría cualificada para Justicia e Interior, la delimitación de competencias entre la Unión y los Estados, y la puesta en vigor de la Carta de Derechos Fundamentales que se hizo en Niza en el año 2000 pero que aun no tenia fuerza vinculante. Y mucho más, y sobretodo ello, la articulación de un Derecho de Iniciativa para que 1 millón de ciudadanos puedan realizar una proposición a la Comisión.
Tal como siempre decíamos hay nuevo Tratado, hábilmente sostenido por las poderosas influencias de Merkel y Sarkozy, comprometidos a fondo también en una alianza Euro-Atlántica. Aunque alguien dijo en Estados Unidos, que los viejos Estados fundadores de la Unión ya no eran tan importantes. Se equivocó la paloma, en este caso, el halcón.