jueves 23 de agosto de 2012, 16:20h
Se puede inventar el futuro, pero bastaría con que eligieran uno, nos lo
contaran y lo aplicaran. A lo mejor lo tienen, pero los ciudadanos no nos hemos
enterado todavía. El del programa electoral no es, desde luego, pero el
aplicado hasta ahora parece más fruto de la improvisación permanente, incluso
del desconcierto diario, que de un objetivo nos lleve a alguna parte. Y sin modelo, sin "plan de
negocio", sin "hoja de ruta" no hay nada que hacer. No hablo sólo del Gobierno
porque la oposición -desaparecida también antes de las vacaciones, todavía veraneando
y con pinta de suspender en septiembre- tampoco tiene ni la más remota idea de
qué hacer con este país. Excepción hecha, eso sí, de los nacionalistas e
independentistas vascos -que lo tienen muy claro- y de los catalanes -que lo
tienen menos, pero que van a tensar la cuerda-.
¿Qué país queremos tener dentro de tres años o de cinco o de diez? ¿El
que hagamos entre todos -al estilo de lo que fueron los Pactos de La Moncloa- o
el que nos impongan los mercados? Para cambiar la presión de los mercados hay
que poner el país a trabajar con un modelo claro y, a ser posible, pactado con
los agentes políticos y sociales. Un
modelo productivo porque este no es, no puede ser sólo, un país de servicios y
no hay un modelo industrial ni mucho menos un modelo energético, con el
espectáculo de dos ministros peleados y sin que nadie ponga orden.
Y un modelo de Estado, que incluya
la racionalización de la máquina estatal y
autonómica -ojo, racionalizar no significa eliminar sino hacer eficiente
lo que no funciona, lo que está duplicado, lo que es superfluo o lo que es
nocivo- y que afronte el problema con el que nos vamos a enfrentar en octubre:
las elecciones en el País Vasco y la cuestión catalana. ¿Qué piensa hacer el
Gobierno si Bildu y el PNV, con su previsible mayoría absoluta y el hundimiento
del PSOE, plantean la secesión del Estado? ¿Qué hará con las víctimas si sucede
esto y su seguridad corre grave peligro? ¿Y que hará el Gobierno de España si,
subidos a esa corriente, Cataluña hace lo propio? ¿Para cuando el pacto al
menos con el PSOE?
Además, está el modelo financiero, con una reforma que no acaba de completarse,
el modelo sociolaboral que recorta derechos, no crea empleo ni resuelve los
problemas sociales sino todo lo contrario. Y, sobre todo, el modelo educativo
sin cuya reforma a fondo este país no tendrá nunca futuro. Y algo más, tan
importante por lo menos que lo anterior: una reforma moral, un modelo ético,
con normas y castigos para los corruptos, que devuelva la confianza de los
ciudadanos en la clase política, que impida la larga mano de tantos y que
permita exigir a todos un comportamiento honesto y honrado. Claro que el
problema "es la economía, estúpidos", pero también el modelo de país, el que no
tenemos, el que no tienen.