martes 14 de agosto de 2012, 20:37h
Hay que reconocer al alcalde de Marinaleda
un dominio de los terrenos mediáticos excelente, allá dónde otros se
ahogan Sánchez Gordillo es capaz de mantenerse durante más de una semana
en lo alto del ranking de las noticias más vistas, y todo por el precio
de un carrito de Mercadona.
Desde los portavoces parlamentarios hasta los cotilleos de
chiringuito playero Gordillo ha conseguido ser protagonista del verano.
Le han puesto a escurrir y le han llamado de todo pero lo cierto es que
el diputado andaluz por IU denuncia una verdad bíblica: hay hambre y
mucho me temo que en el horizonte no encontremos grandes esperanzas.
La acción de Gordillo, megáfono en mano, ha sido calificada como
populismo barato y como demagogia en camiseta, pero en el fondo lo que
denuncia Sánchez Gordillo es verdad y tiene razón, otra cosa son las
formas pero gracias a ellas ha conseguido ser noticia.
Si las demandas contra él prosperan tendrá que dar cuenta ante el
juez, y si renuncia a su condición de aforado logrará un juicio que aún
le dará mayor repercusión mediática. Lo que se llevaron de los dos
supermercados podría ser delito no tanto por superar los 400 euros si no
porque cuándo el hurto se realiza con coacciones y agresiones entonces
pasa a categoría de delito. Y, por supuesto, no cabe la atenuante de
hurto famélico porque eso sólo vale para los que roban directamente para
comer.
A partir de ahora sería bueno que nos explicaran la crisis en
términos de carrito de supermercado, sería muy didáctico. No estaría mal
saber cuánto significa en carritos la pésima gestión de Rato o de Moltó
al frente de sus respectivas cajas. Cuántos carritos son los ERES de
Andalucía, los Malaya, lo de Maria Antonia Munar, Camps, Matas, Dívar y
el afamado Urdangarín. Cuántos carritos fueron lo que llenó el exalcalde
del Valle de Abdalajís, (Málaga), condenado por doce delitos y absuelto
por obra y gracia del consejo de ministros el pasado mes de julio. En
las sentencias queda probado que este sujeto cometió doce delitos
urbanísticos, nueve de ellos con carácter continuado, (se creía inmune y
al final le dieron la razón).
Sería estupendo establecer el carrito de supermercado como unidad
de medida de la corrupción en España y a partir de ahí hacer
comparaciones de hechos, cohechos, pilles, fines de semana a la
brasileña y travesuras a cargo del erario público porque cuándo se grita
al abordaje no hay cuerpo que se resista. Además, las penas son de risa
y las condenas cuándo llegan hasta pueden dejarse en suspenso como les
ocurrió a dos famosos primos con no menos famosos contactos en las altas
esferas.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
11734 | Sigue siendo el menos común de los sentidos... - 16/08/2012 @ 08:12:25 (GMT+1)
No se ponga usted por medio que le meto; que es que voy a denunciar el hambre en el mundo ¿Sabe usted? Le voy a quemar el coche, pero no se ponga usted así, coñe, que es por la publicidad y eso, y el fin es bueno, oiga. ¡Que no se ponga en medio, señora, que le meto a usted también, por facha! La gasolina y las cerillas Manolo ¡Que vamos a denunciar el hambre y la corrupción! Y el coche de este señor es grande y de los caros; otro parásito corrupto e insensible, que no quiere que se lo quememos ¡Que le doy, oiga, quite de ahí! ¡Que quite le digo!
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