Solidaridad con Ortega Lara
martes 14 de agosto de 2012, 20:31h
Hace unos años tuve la oportunidad de
escuchar de la boca de José Antonio Ortega Lara el relato de su
cautiverio. Era la primera entrevista escrita que se publicaba tras su
secuestro, la primera que él concedió. Nunca olvidaré su rostro
conteniendo las lágrimas y el dolor cuando revivía su secuestro, el
trato que sufrió en ese zulo inhumano, las conversaciones con sus
carceleros, los castigos que le imponían cuando se revelaba, cuando les
discutía algo, cuando les recriminaba su actitud, sus paseos de
kilómetros en un lugar donde apenas cabía un camastro. Durante más de
500 terribles e interminables días que nadie le devolverá nunca.
Todos recordamos su terrible imagen al ser rescatado del zulo,
cuando él pensaba en ese momento que le iban a ejecutar sus captores,
los que nunca tuvieron piedad con él, los que nunca pensaron dejarle
libre, los que hubieran brindado si hubiera muerto, los que le hubieran
abandonado en el zulo si eso era bueno para "su acción política". Muchos
conocen mejor que yo el sufrimiento de José Antonio, de su mujer, de
sus hijos, la difícil reincorporación a la vida en libertad, a pesar de
su fortaleza, de su confianza, de su fe, de sus impresionantes valores
humanos.
¿Quién le devuelve a Ortega Lara, un hombre honesto, bueno,
limpio, los días de secuestro, el terrible sufrimiento suyo y de su
familia? ¿Quién se solidarizó entonces, después, ahora, con su mujer y
sus hijos? ¿Quién de sus carceleros, de sus cómplices, de los
responsables políticos que defienden a estos terroristas, de los que
ahora hacen huelga en las prisiones o en la calle... quién de todos
ellos le ha pedido perdón, le ha mostrado su "solidaridad"? ¿Quién ha
dicho que se equivocaron, que eso no conducía a nada, que reconocen su
error?
Como él hay muchos que ya no están vivos y muchas familias
destrozadas por ETA. Ángeles Pedraz, presidenta de la Asociación de
Víctimas del Terrorismo, acaba de decir que "yo también tengo un cáncer y
querría tener a mi hija, pero me la mataron". Tampoco nadie ha pedido
disculpas a Ángeles.
En un Estado de Derecho hay normas que benefician incluso a los
peores asesinos, secuestradores, violadores. Y las debemos aceptar,
aunque a veces nos repugne aplicarlas. Pero la ley no debe ir ni un
milímetro más allá de su letra y de su espíritu. Quienes ahora piden
clemencia, nunca la tuvieron para con las víctimas. Con ninguna. Que
sigan la huelga de hambre, que se movilicen, que se manifiesten. Sobre
su conciencia estará siempre la imagen de Ortega Lara y de todas y cada
una de las víctimas, espero que inútiles, de esa locura nazi que es ETA y
su entorno. Antonio Beristáin decía que "in dubio, pro víctimas". Aquí
no hay ninguna duda. La solidaridad con las víctimas. La justicia, hasta
sus últimos extremos, con los verdugos.