lunes 13 de agosto de 2012, 16:29h
Cualquier aficionado a los telefilmes
policiacos sabe que en Estados Unidos a la unidad que desde el propio
organismo vigila a los policías se le denomina "Asuntos Internos". En
España se le llama con otro nombre, pero podría encuadrarse en el
organigrama con la apelación de Asuntos Intestinales, debido a la gran
cantidad de porquería que parece existir en su seno, a la vista de la
persecución a la que han sido sometidos los policías que investigaban el
caso Interligare. Ante la pregunta de quién vigila a los policías, la
respuesta de libro está en los policías que se ocupan de esos asuntos
internos, pero el problema llega cuándo lo que nos planteamos, en un
segundo estadio, es quién vigila a los vigilantes de los vigilantes.
Está claro que en la lucha antiterrorista hay funcionarios que
poseen una información muy apreciada por cualquiera que sea el ministro
de Interior, pero de eso a permitir que espíen al partido del que
procede el propio ministro es un trecho demasiado largo como para pasar
inadvertido.
El esperpento de contemplar a los policías del ministerio, no
volcados en la investigación de un caso que tiene todos los aromas
intestinales que produce una mala digestión de espionaje, sino
entusiasmados con perseguir y cesar a los que ha descubierto el delito
es una de esas pantomimas que el inteligente Jorge Fernández Díaz no se
puede permitir, porque quedaría como un tonto o como un cómplice, sin
ser ninguna de las dos figuras.
A mí nunca me cayó bien Harry el Sucio, porque va en contra de las
más elementales bases de la democracia, pero cuando los sucios son los
que persiguen a Harry, porque la porquería ha pringado a una parte de la
cúpula de Interior, es inevitable una operación de limpieza urgente,
mientras el espectáculo de los que se enfadan con un párroco por ocupar
la calle con una procesión, y miran hacia otro lado ante este asalto a
las libertades produce la desoladora sensación de que un partidista es
capaz de decir que la mierda huele mucho mejor que el chanel número
cinco.