viernes 10 de agosto de 2012, 16:25h
Se trata, ciertamente, de una pregunta
ociosa: todo el mundo sabe quién roba. Y en ese catálogo de rufianes y
amigos de lo ajeno no se encuentra precisamente Sánchez Gordillo ni
ninguno de los que con él sacaron sin pagar de un supermercado algunos
productos de primera necesidad para repartir entre familias en apuros.
Por no señalar, que está muy feo, cabría decir que en la
Administración, en sus aledaños, en sus covachas, en sus
anfractuosidades, se encuentra el número mayor de bandidos, y desde
luego los que trabuco en ristre, esto es, auxiliados por todo el aparato
represivo y coercitivo del Estado, han asolado las serranías del país
con su inepcia, con su cleptomanía o su codicia, ora arrebatando el
trabajo y el pan a las personas honradas, ora despojándolas de los
servicios públicos esenciales que edificaron y mantenían con sus
impuestos, ora expoliando sus recursos, ora reventando los cerrojos de
las cajas comunales, ora entregando sus vidas a los prestamistas
internacionales, ora, en fin, atracando bancos, esas Cajas de Ahorro
donde la gente metía su dinerillo sin imaginar que estaban regidas por
sinvergüenzas y por hampones de guante blanco.
Pero no sólo sería fácil hallar en la Administración y sus
alrededores a los que roban, sino que el propio Estado se ha convertido
en la mismísima cueva de Alí Babá, la gruta en la que se amontona lo
mangado a la gente a punta de retaco. Ahí está Bankia, que se apoderó
del dinero de noventa mil clientes mediante la estafa piramidal de las
Preferentes, y que ahora pertenece al Estado, o al Gobierno, que tanto
da.
En esa cueva se apila ese botín, y el de los ahorradores que,
inducidos a engaño con cuentas falseadas, se convirtieron en "bankeros",
es decir, en accionistas de un espantajo, de un momio, y tan dispuesto
parece el Estado a no soltar la presa, que se ha apresurado a cortar de
raíz la pequeña alegría que les había dado últimamente la Bolsa,
cotizando sus cromos repetidos ¡a menos de la mitad de lo que habían
pagado por ellos!
Quién roba? ¿Y qué policía, o qué juez, podría detenerlos?