jueves 09 de agosto de 2012, 16:53h
Los ciudadanos, aunque sean alcaldes y
diputados autonómicos no pueden convertirse en bandoleros del siglo XXI
asaltando supermercados ni tomarse una supuesta justicia social de por
su mano, pero los gobernantes tampoco pueden aplicar a su capricho las
leyes que ellos mismos aprobaron. Que todos seamos iguales ante la ley y
que haya seguridad jurídica es lo que diferencia una dictadura o a un
país bananero de un estado de Derecho.
La Justicia ha actuado con celeridad, ya veremos si con firmeza,
contra los ladrones de supermercados, aunque el alcalde de Marinaleda se
esconde tras su condición de aforado e Izquierda Unida cumple con las
expectativas que despertó. ¿Se imaginan ustedes que esta ley de la selva
se extendiera por toda España y por otros campos? Hay que cumplir las
leyes. ¿Y por qué vale entonces la decisión del Gobierno de excluir de
la sanidad pública a los inmigrantes sin papeles? Hace pocos meses, el
Parlamento, por unanimidad, aprobó la Ley de Salud Pública que señala
que "todas las personas tienen derecho a que las actuaciones de salud
pública se realicen en condiciones igualdad, sin que pueda producirse
discriminación por razón de nacimiento, origen racial, étnico, sexo,
religión, convicción u opinión, edad, discapacidad, orientación o
identidad sexual, enfermedad o cualquier otra condición o circunstancia
personal". Y añade: "la enfermedad no podrá amparar diferencias de trato
distintas de las que deriven del propio proceso de tratamiento de la
misma, de las limitaciones objetivas que imponga para el ejercicio de
determinadas actividades o de las exigidas por razones de salud
pública".
El derecho a la salud es universal y no está ligado a la
ciudadanía o a la residencia legal. Tampoco se trata de controlar mejor a
estos "irregulares", porque con la tarjeta sanitaria y el
empadronamiento ya lo están Tratar de cobrar 720 euros anuales a un
inmigrante sin papeles -y otro tanto por cada uno de sus familiares-, al
que el Gobierno dejó entrar y puede expulsar cumpliendo los trámites
legales es una hipocresía y una actitud demagógica. "No te expulso, no
tienes derechos, pero si pagas, no hay problema". De alguna forma, como
sostiene un amigo jurista experto en estos asuntos, podría incluso
atribuirles algún derecho frente a una hipotética expulsión. ¿Cómo echar
a alguien con quien el Estado ha firmado un contrato de servicios?
Hasta podrían pedir daños y perjuicios.
Quienes sostienen que los recursos son limitados y que por tanto
hay que excluir a los que no cotizan deben saber que el Estado no puede
negar el derecho a la salud ni discriminar en su tratamiento a las
personas que se encuentran en territorio español, incluso de forma
irregular. Lo dice la Constitución, lo sostienen varios Estatutos de
Autonomía y lo confirman las leyes internacionales. Los derechos humanos
son algo serio. La sanidad tiene muchos problemas y el de los
inmigrantes, hay datos sobrados, no es el primero. No se puede ahorrar
siempre a costa de los más desprotegidos.