Con el plan que quiere
poner en marcha el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, el Consejo
General del Poder Judicial quedaría tan vaciado de competencias que sería el
poder político el que controlara directamente a los jueces. Informes realizados
en el CGPJ son demoledores: si el Gobierno aprueba finalmente la reforma que
tiene prevista realizar Gallardón, se rompe totalmente el equilibrio de definen
a las democracias actuales. Sería una absoluta involución.
Con el plan del ministro
Ruiz-Gallardón, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) perdería sus actuales
competencias en selección de jueces y en formación inicial; es decir, en la Escuela
Judicial -que se encuentra en Barcelona-, y que es un auténtico referente
mundial en este campo. Esa escuela, como muchas otras cosas, pasaría bajo el
control del Ministerio de Justicia, es decir, del poder político, pero también
se perderían las competencias en formación continuada. Sería una de las
consecuencias de la gran involución que Ruiz-Gallardón pretende en la actual
sociedad democrática española.
Con el plan de
Ruiz-Gallardón, el órgano de gobierno de los jueces perdería también sus
competencias en Inspección, en Estadística Judicial y en Modernización de la
Justicia. Hay que recordar que el CGPJ es la única institución que tiene una
visión completa de la Administración de Justicia, ya que las competencias -tanto
en medios materiales (edificios, luz, etc.) como humanos (funcionarios)- están
repartidas entre el Ministerio de Justicia -que controla a 6 autonomías sin
competencias en Justicia- y 11 Comunidades Autónomas donde se han transferido
esas competencias.
El Gobierno también
pondría sus garras con ese plan en el Punto Neutro Judicial, que actualmente
controla el CGPJ; un punto desde el que se comunican todas las instituciones de
justicia entre sí y con bancos, cajas de ahorro, dirección general de tráfico, etc.
Como consecuencia, los jueces quedarían desapoderados y dependientes del
Ministerio de Justicia.
También se haría el
Gobierno con el Servicio de Inspección, el Servicio de Estadística Judicial (auténtica
brújula que dice qué es lo que funciona bien y lo que funciona mal, dónde hay
que poner parches y dónde la funciona perfectamente), el Centro de
Documentación Judicial (que se encuentra en San Sebastián, donde se reciben y
se digitalizan todas las sentencias, y se gestionan las publicaciones
oficiales, entre otra muchas cosas), y el Servicio de Relaciones
Internacionales.
El control internacional, para el GobiernoEn el seno del Consejo
General del Poder Judicial se hace verdadera chanza en torno a toda la cuestión
de los viajes, especialmente de los internacionales, que es donde hace especial
hincapié el ministro Ruiz-Gallardón. Resulta que España es el eje central de la
Cumbre Judicial Iberoamericana, organización que reúne a todos los poderes
judiciales de Iberoamérica, Portugal, España y Andorra... y no hay ninguna organización
parecida de este tipo en el mundo.
España, a través del
CGPJ, detenta la Secretaría Permanente y otro país, en periodos rotacionales cada
cuatro años, la Secretaría Pro Tempore, o temporal. Se trabaja continuamente en
la consecución de objetivos de calado en el marco de los poderes judiciales
como, por ejemplo, con la Red Iberoamericana de Escuelas Judiciales (RIAEJ), de
la que España forma parte, y en otros campos como modernización, estadística o
coordinación. En este sentido, España es una auténtica potencia mundial en
materia judicial, y con el plan de Gallardón todo se va al garete.
Otro ejemplo similar: un
hijo predilecto de esta cooperación internacional de España a través del CGPJ en
materia civil y penal es la Red Iberoamericana de Cooperación (Iber Red), que
nació en 2004 y en la que participan 22 países iberoamericanos, Andorra, España
y Portugal. Por no mencionar nuestra participación en la Red de Consejos de
Europa, cuya presidencia detentamos, y en la que cooperamos con bastante
intensidad.
Igualmente, con el
'asalto' de Ruiz-Gallardón a la Justicia desaparecería todo el Servicio de
Comunicación y Relaciones con los Medios de Comunicación, actividades ahora
dependientes del CGPJ y desplegado en las 17 Comunidades Autónomas, la Audiencia
Nacional, el Tribunal Supremo y el propio Consejo, haciendo regresar al poder
judicial español -en materia de transparencia- a los años predemocráticos de
los 70.
En definitiva, el 'Plan
Gallardón' supone, según fuentes judiciales, el mayor ataque contra el reparto
democrático de poderes, en este caso contra el poder judicial. La actitud de
Gallardón hay que englobarla en un espectro más amplio: una auténtica vuelta a
los 70, con medidas regresivas en leyes como la del aborto, según se está
viendo estos días.
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