Rajoy vive al día en su laberinto
lunes 23 de julio de 2012, 07:40h
Si se fijan bien hace ya como un mes que
Rajoy ha dejado de afirmar aquello de "tenemos un plan y vamos a seguirlo", que
antes repetía machaconamente cada vez que los partidos de la oposición o la prensa
le preguntaba si estaba improvisando. Parece evidente que seguir con aquella
afirmación movería a risa. Pues bien, el problema ya no es que haya tenido que
olvidarse de cualquier plan previsto, por muy flexible que fuera, ahora la
cuestión es que cualquier movimiento que hace Rajoy tratando de producir algún
efecto favorable tampoco le está dando resultados. Rajoy vive completamente al
día en el tortuoso laberinto en que se encuentra.
La pasada semana Rajoy estaba
dispuesto a encarar la oleada social en contra de su tremendo paquete de
medidas, pero esperaba a cambio una señal positiva de los mercados. Cuando el
pasado viernes la prima de riesgo se situaba por encima de los 600 puntos, el
equipo económico del gobierno no pudo reconfortar a un Rajoy completamente desconcertado.
Hace sólo dos semanas este era un escenario completamente inimaginable. Después
de superar los obstáculos para consolidar el rescate bancario y con el grueso
paquete de recortes a punto, el Gobierno estaba seguro de recuperar algo de
confianza de parte de los mercados. Jamás podía pensar que podían operar en
sentido contrario.
La estrategia gubernamental de
respuesta -también mediática- ha consistido en señalar el inmovilismo del BCE,
como si no supieran como se las gasta el tano Draghi cada vez que le presionan:
"El BCE no está para resolver los problemas financieros de los estados" se ha
apresurado el romano a responder. En realidad, Draghi se las gasta así porque
sabe perfectamente que le aplauden en Berlín, más o menos públicamente. Tampoco
hay que exagerar la fuerza del jefe del BCE, aquí la cosa pasa por cambiar las
posiciones de la señora Merkel, no nos confundamos.
Creo que García-Margallo, nuestro
Ministro de Exteriores, lo ha expresado correctamente: estamos ante un órdago
de los sectores especulativos del capital financiero global y la única forma de
superarlo es haciendo un envite mayor, cosa que sólo puede hacer ahora el BCE.
Porque las palabras bienintencionadas de nuestros simpatizantes dentro del
Gobierno alemán apenas son un suave bálsamo para nuestras profundas heridas.
Así las cosas, el Gobierno de Rajoy
se debate en el día a día frente a unos mercados que le desconciertan según
pasan las horas. Ante esta constatación, hay dos actitudes que le hacen daño al
país. Por un lado, la que parece preferir Rajoy: quedarse en neutro y aguantar
firme hasta que amaine la tormenta. Esa es su experiencia como político y no
hay que negar que le ha dado buenos resultados más de una vez. Sin embargo, la
situación ha superado ciertos límites: ahora la posibilidad del rescate al país
ya es bastante cierta. Atrás quedaron las seguras afirmaciones que se hicieran
-incluyendo a Felipe González- de que la economía española es demasiado grande
para ser rescatada. En realidad, por ser grande resulta un bocado más suculento
para los especuladores rapaces. Las fieras saben que siempre alimenta más un
búfalo adulto que comerse un cervatillo.
La otra actitud impresentable es la
que ha adoptado buena parte de la oposición: aprovechar el desconcierto del
Gobierno para darle con todo. Como ha dicho una colega en este medio, sólo hay
algo que convierte en bueno el discurso desesperado del Gobierno: las enormes
muestras de irresponsabilidad y cortedad de miras de la oposición. Uno tiene la
sensación, viendo los debates en el Congreso, que está en un corral de
gallinas, donde a la gallina golpeada le caen encima por inercia todas las
demás. ¡Qué falta de altura, de sentido de Estado! ¡Qué vergüenza propia y
ajena!
Pero el mayor dolor de corazón me lo
ha causado la aparición pública del Secretario de Organización del PSOE, Oscar
López, diciendo balandronadas sobre lo que el PSOE permite o deja de permitir y
sobre lo que hará su partido cuando llegue al Gobierno. Si uno compara su disparatado
discurso con el que lleva Rubalcaba al Congreso no tiene más remedio que
concluir que el PSOE tiene dos almas o que está profundamente dividido. Pero,
en cualquier caso, decir lo que el PSOE hará cuando llegue al Gobierno, o
afirmar que España ya está intervenida, cuando nos estamos jugando el cuello
(de la verdadera intervención) soslayando entrar en el tema de cómo nos
salvamos, es un irrespeto al país. Y ver que eso se hace a nombre del PSOE
causa una profunda pena.
En suma, una vez que hemos aceptado que vivimos
el día a día, ni la inclinación de Rajoy por el autismo político, ni la fuga
hacia la acusación fácil de la oposición, resuelven nada importante. Ya no sé a
qué mecanismo acudir para lograr el avance hacia un pacto de Estado, que
obligue a unos y otros a salir de su laberinto. ¿Tal vez los viejos
protagonistas de los Pactos de la Moncloa deberían salir más a la palestra?
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (2)
10652 | argantonio - 23/07/2012 @ 13:34:35 (GMT+1)
Tampoco el Gobierno tiene la humildad de solicitar la colaboración que tozudamente negó cuando era oposición. Hasta ahora han enarbolado su mayoría absoluta con total descaro. Además, en un pacto de colaboración ambas partes ceden (unos más que otros), y lo que el desaparecido de la Moncloa pretende es sumisión, no colaboración.
10637 | Pikertom - 23/07/2012 @ 11:59:33 (GMT+1)
Que la culpa es de la oposición? ¿Que la oposición es irresponsble e impresentable? Al parecer el señor Rajoy, que es el que gobierna, no tiene nada que ver con la actual situación, es un bendito que todo lo hace requetebién. Unas veces miente por compasión, y otras lo hace porque le divierte. Unas veces da un mensaje catastrófica a Europa y a los mercados, y otras lo da en sentido contrario..., Europa y los mercados ya no saben a que esta jugando Rajoy y la desconfianza crece y crece sin remedio. Pero, toda la culpa es de la oposición por irresponsable e impresentable, la misma que día tras día pide un pacto de estado urgente. Si, muy irresponsable, muy impresentable.
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