viernes 20 de julio de 2012, 16:54h
La disminución de la prestación por desempleo,
la subida del IVA, la reducción de las ayudas a la dependencia y las
quitas de sueldo a los funcionarios han sido el detonante que ha sacado a
la calle a miles de españoles en respuesta no tanto a la convocatoria
de los diferentes sindicatos (algunos bastante menguados de
credibilidad), como por estar muy extendida la idea de que el ajuste que
impone el Gobierno recae sobre las espaldas de quienes ni son ni se
sienten responsables de la crisis. Esta percepción del problema es, a mi
modo de ver, esencial para entender el por qué entre los millares de
manifestantes que el jueves ocuparon el centro de más de medio centenar
de ciudades españolas, había muchos ciudadanos -sobre todo entre los
colectivos de funcionarios- que en las pasadas elecciones votaron al
Partido Popular. Claro que el programa con el que Mariano Rajoy se
presentó el pasado mes de noviembre a los comicios nada decía de todos
estos recortes o subidas de impuestos. Más aún, criticaba -y con
argumentos de peso- los ajustes decretados por el entonces presidente
Rodríguez Zapatero.
Es sabido que el equipo económico del último gabinete socialistas
(con la vicepresidenta Elena Salgado a la cabeza) trampeó las cifras del
déficit "omitiendo" casi tres puntos de déficit. Aquél engaño, que ya
ha sido convenientemente aireado y criticado, no se puede convertir en
argumento exculpatorio perenne; en mantra o jaculatoria de obligado
recital para justificar nuevos y más desproporcionados recortes de
derechos o prestaciones tenidas hasta ahora por intocables por ser
pilares del Estado del bienestar. Sería el caso, de la reducción de la
prestación por desempleo. Un ajuste tan descomunal abre las puertas que
conducen a una sociedad dual, a una sociedad con un amplísimo porcentaje
de ciudadanos a quienes se les condena a la pobreza y a la exclusión.
En términos morales, es inaceptable; en términos políticos: un
error mayúsculo. ¿Por qué? Pues porque es el camino más corto para
acabar con la paz social, base irrenunciable de la convivencia y
plataforma indispensable para salir de la recesión y crear empleo. Lo de
menos es que se lo pida toda la oposición, lo importante es que sería
de justicia que el Gobierno reconsiderara o suavizara alguna de las
medidas que para cientos de miles de españoles son injustas e
insoportables. Se suele decir que rectificar es cosa de sabios.