El plan de negocio de Rajoy
domingo 08 de julio de 2012, 17:56h
Nos hemos quejado mucho de los Gobiernos o los ministros que legislan a
golpe de telediario, especialmente en el terreno penal, influidos, por ejemplo,
por la noticia de un asesinato de un menor o la huida de un terrorista. Pero
llevamos mucho tiempo legislando en respuesta a los movimientos espasmódicos de
los mercados y cada reforma, cada cambio, cada medida se revela inútil poco tiempo después.
Seguramente el Gobierno está haciendo lo que tiene que hacer, también podría
hacer otras cosas, y aunque algunos señalan que existe un plan, una mayoría
cree que no hay tal programa sino una respuesta nerviosa a cada golpe que se
recibe. Zapatero anunciaba medidas drásticas que se quedaban en nada y
tal vez pensaba que engañaba a Europa y a los mercados. Pero se hacía trampas
al solitario, nos engañó a todos y nos hizo perder mucho tiempo.
Ahora Rajoy tiene un país en emergencia, Ha tocado el problema laboral,
no ha afrontado a fondo el problema financiero, tiene una Administración y una
función pública necesitadas de una reforma profunda, y debe hacer una
revolución en el sistema educativo, pero da la sensación permanente de
improvisación, no transmite confianza. Son muchos lo que le piden un programa y
un calendario, saber a qué atenernos, qué recortes hay que hacer -muchos
todavía- y cuándo, qué medidas propone para crecer, para crear empleo, para
levantar el país. También los países deben tener "un plan de negocio".
Como reformamos una cosa cada día, sin ese plan explícito, da la
sensación de que aquí nada funciona. Y no es verdad. Pero si vendemos fuera que
los bancos y cajas están quebrados, que el regulador financiero no se entera de
nada, que los políticos son ineptos y corruptos, que la industria no existe, que
el turismo sufre bajo la amenaza de la subida del IVA, que la Administración
está en manos de incompetentes, etc., nos van a cobrar cada euro que nos
presten al doble de lo que vale y vamos a pagar estas deudas por los siglos de
los siglos.
Ahora se está hablando de
quitar la paga de diciembre a los funcionarios y de eliminar no se cuántas
decenas de miles de contratos en las Administraciones públicas, como ha
anunciado también Monti en Italia. Seguro que sobra personal en la
Administración, pero da pánico pensar que es más fácil echar a los que trabajan
que a los que no pegan un palo al agua o a los ineptos que les mandan. Tenemos
funcionarios que no hacen nada, pero también muchos que cumplen fantásticamente
su tarea y que son absolutamente competentes. Demonizar la función pública es
otro error. Hace falta un análisis serio de lo que tenemos, de las
duplicidades, de las ineficiencias y actuar con vistas al futuro. Es posible
que ahora haya que meter el bisturí, pero sin un plan a medio y largo plazo, el
enfermo será crónico. ¿Tiene un plan este Gobierno? Pues que lo enseñe.