jueves 05 de julio de 2012, 16:28h
Delincuentes, locos y presos, más de 3.000 en las cárceles españolas. Un
cóctel explosivo. Leyes sanitarias que se incumplen. Una vergüenza. Una
sociedad que da la espalda a la verdad, que no quiere saber nada, que mira
hacia otro lado. Seamos correctos en las
formas y radicales en el fondo: "enfermos mentales y personas con discapacidad
intelectual ante el delito y las instituciones penitenciarias". Ese fue el tema
de una Jornada apasionante organizada por la Fundación de la Abogacía
Española junto con el CERMI y la
Fundación ONCE. Son conocidos jurídicamente como "inimputables", que no es una
casta sino personas que no tienen capacidad para comprender lo que es lícito y
lo que no, que no tienen aptitud o capacidad para saber que cometen un delito,
y que son condenados a penas de cárcel, sabiendo que no es el lugar idóneo para
ellos, que quienes les traten no vana saber cómo hacerlo, que no van a poder
recuperarse, que su salud se va a agravar y que cuando salgan, el problema será
más grave
Más datos: la prevalencia de la enfermedad mental en la población reclusa es
alrededor de 5 veces más alta que entre la población general. Los 3.000
enfermos con trastornos psicóticos en las cárceles españolas representan el 4%
de los presos. En un mes cualquiera, aproximadamente un 41% de los presos
sufren algún tipo de trastorno mental y en el mismo período de tiempo, aproximadamente
un 17% de los presos sufren algún trastorno mental como consecuencia del
consumo de drogas. Las personas encarceladas tienen entre 4 y 6 veces más
probabilidad de padecer un trastorno psicótico o depresión grave que la
población general y alrededor de 10 veces más probabilidad de ser
diagnosticados de un trastorno antisocial de la personalidad.
Esquizofrénicos, enfermos
psiquiátricos graves, que se convertirán en crónicos, con una doble condena y
que son grave y conscientemente discriminados porque muchas personas sanas que
cometen el mismo delito quedan en libertad y ellos van siempre a la cárcel,
aunque la cárcel no les vaya a rehabilitar nunca. No están formados específicamente
ni los jueces o fiscales que les tienen que acusar o juzgar, ni los que
abogados que tienen que defenderles -a veces, además, los intereses de la
familia se contradicen con los del delincuente-, ni los que tienen que adoptar
y ejecutar las medidas de seguridad, ni los funcionarios que los vigilan ni los
facultativos.
Hay, además, una falta
terrible de coordinación entre todos los que intervienen en este proceso y una
dejación de responsabilidad casi absoluta pro parte de las comunidades
autónomas con escasasísimas excepciones. No hay controles judiciales ni
revisiones periódicas ni nada. Se pide un Estatuto diferenciado del enfermo
mental o de la persona con discapacidad que se encuentra en prisión que permitiría
aliviar el problema. Pero el asunto es mucho más profundo y exige más.
Especialmente una sensibilización social. En lugar de tratarles se les castiga.
Serán siempre delincuentes y nunca enfermos con derechos reconocidos.