martes 12 de junio de 2012, 08:06h
Gibraltar,
ese territorio que se cree independiente y no lo es, que no se considera
colonia británica y lo es, continúa tocándonos las narices. Y no es solamente
por el contencioso con nuestros pesqueros, un conflicto provocado por las
autoridades gibraltareñas que toman como propias unas aguas jurisdiccionales
que nunca han sido suyas, ni tampoco por la visita del príncipe Eduardo y su
esposa, que parece no tener otra intención que la de incordiar. Es porque el
Peñón continúa siendo un refugio de defraudadores al amparo de la bandera
británica.
El
Gobierno español ha recurrido ante la Comisión Europea el nuevo régimen fiscal
de la colonia por considerar que es incompatible con la legislación
comunitaria. En su demanda ante la
Comisión Europea, España alega que el régimen fiscal gibraltareño encubre un
sistema de ayudas de Estado incompatible con los tratados europeos. Tener
domicilio fiscal en Gibraltar equivale a eludir impuestos en España, y
numerosas empresas e individuos los saben.
Gibraltar
lo niega, pero qué se puede esperar de una roca donde hay más sociedades
inscritas que habitantes, una tierra que vive parasitariamente de la riqueza
que la rodea.
No es de
recibo que uno de los principales socios de la Unión Europea, como es el Reino
Unido, consienta esta competencia desleal. Gran Bretaña es el responsable
máximo de Gibraltar, y no le vale quitarse de encima esta obligación. Gran Bretaña se
apropió de la Roca y se ha negado a devolverla, a pesar de las reclamaciones y
los dictámenes en contra. Ahora tiene la obligación de obligar a Gibraltar a
cumplir las leyes europeas. ¿O es que a estas alturas, el Peñón se considera
africano?
Y
tampoco estaría de más que la familia real
británica olvidara estas frecuentes visitas de amor a su querido
pedrusco, no vaya a ser que los españoles, que tenemos muy mala uva, pensemos
que vienen a controlar el dinero negro que tienen aparcado allí.
Gibraltar
es un residuo colonialista, un anacronismo político, y un suculento negocio
para los evasores del fisco. Tendrían que intervenirlo.