Españoles en Latino América: manual de uso
miércoles 23 de mayo de 2012, 12:00h
"Nunca
pierden la oportunidad de perder una oportunidad" (Abba Eban)
Muchos
españoles de mi edad, esa edad indefinida entre el "todavía soy joven" y el
"asúmelo, estás anticuado", han perdido sus trabajos últimamente. Como llevo
cierta ventaja, voy a explicar el proceso y acaso sea de utilidad a más de uno
y al propio país.
Primero,
a la par que la reacción adrenalínica de cabreo contra la empresa que tras años
de desvelos y lealtad te despide, uno siente que puede salir adelante por su
cuenta. Y empieza a llamar.
Primero
llaman a los proveedores, "algo me deben después de tanto tiempo". Se ponen al
teléfono, prometen esto, aquello y llamarnos con lo que surja. Pero no vuelven
a llamar. Segunda fase: uno sabe que no va a ser fácil, que a las primeras de
cambio no iba a surgir y rellama a los proveedores con resultado negativo.
La
moral disminuye, todas las piruetas con los ahorros, el paro y la venta de
piruletas ya han sido estudiadas ampliamente. Los casados, la mayoría, ya
habrán tenido alguna discusión subida de tono con la parienta, de esas que
todos sabemos injustas, ambientales.
Llamamos
entonces a clientes y competidores, "tengo un buen currículum, seguro que a
Fulano..." Tampoco va a funcionar: no hay dinero en las empresas, nadie quiere
contratar y menos a un vejete. Y llega la fase cuatro: "no van a poder conmigo,
me monto por mi cuenta." Suele ser una huida hacia adelante. Siguen llamadas,
risas falsas, reuniones patéticas, intermediaciones imposibles y
apariencia de que no pasa nada cuando todos saben que sí pasa y mucho.
La
desesperación va haciendo mella y un día, a algunos se les ilumina la lucecita
y deciden cambiar de aires. Ya lo han visto en los más jóvenes, arquitectos,
médicos, enfermeras, ingenieros recién licenciados que son contratados desde
Alemania, Holanda y Reino Unido. Lo intentan, pero enseguida descubrirán que no
es el camino: ni hablan el idioma ni allá quieren a nadie con más de 30 años.
Recuerdan
entonces que hay un sitio llamado Latino América donde hablan español y donde
las cosas van bien económicamente. "Ahora sí que sí", dicen; dan el salto y
empiezan a llegar por estas tierras como aluvión por primavera.
Desafortunadamente,
pocos son los que saben comportarse y ganarse un hueco en esta tierra de
promisión. Los más llegan convencidos de que son Cristóbal Colón y confunden la
amabilidad, dulzura y buena educación de los latinos con sumisión o, peor,
admiración y cavan sus fosas, hondas y gélidas.
Al
poco tiempo de estar por aquí fanfarroneando, alardeando de lo mucho que son y
lo profundo de sus saberes, descubren que tras la amabilidad y buenos modales
de los nativos, hay seres humanos con un sentido de pertenencia muy acendrado,
con una forma de humor muy distinta y una capacidad de trabajo prodigiosa. Son
listos y espabilados, aprenden rápido y suelen estar mucho mejor preparados de
lo que el conquistador de turno cree: hablan inglés -ellos no-, son
licenciados, están al día de casi todas los procesos de última aplicación en
sus respectivos campos, conocen todas las técnicas de gestión avanzada,
aprenden muy rápido y, además, están en su territorio. Y entonces fracasan
también aquí y la frase que empiezan a oír, desconocida hasta ese momento, es
"después del oro y la plata vinieron a por lo que se les quedó y creían que les
íbamos a dejar llevárselo."
Quevedo
lo escribió en el XVII: "...determiné, consultándolo primero con la Grajales, de
pasarme a Indias con ella, a ver si mudando mundo y tierra mejoraría mi suerte.
Y fuéme peor, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de
vida y costumbres".
Entonces
se van, cabreados con Latam, convencidos de que todo se puso en su contra. No
importa en realidad, lo que importa es que tras ellos aquí ha crecido la
animadversión hacia lo español y sus errores lo ponen más difícil a los que ya
están aquí.
El
23 de abril, en una revista gringa entrevistaron a Penélope Cruz. Dijo que la
palabra que más le gusta del español es "gilipollas". Pues eso.
P.S.:
Gracias, piedrapapelytijera, por unas líneas de apoyo en la columna anterior.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (6)
7219 | @tomás, kroker, carlos, cruz y amparo - 28/05/2012 @ 10:38:56 (GMT+1)
gracias por vuestras opiniones y apoyos. La verdad es que Latam es la gran oportunidad perdida de España. ¿Seremos capaces de recuperarla? Ojalá
7120 | amoaro godella - 24/05/2012 @ 14:04:28 (GMT+1)
muy buen artículo, excelente, me gusta como dice usted las verdades señor pascua, como puños, si señor
7112 | Carlos Mario - 24/05/2012 @ 09:16:33 (GMT+1)
Es verdad que los latinos estamos hartos de los españoles prepotentes y que todavía nos duele el racista "sudaca" con que nos trataron alguns. Yo vine a buscar trabajo y vine a la "madre patria" y me encontré con una madrastra más bien. No todos porque he enconrado mucha más gente de la buena que de la mala. Los que vayan a nuestros países no se crean que les vana recibir mal porque los latinos somos acogedores pero tambien somos orgullosos y tenemos muchas heridas viejas con España.
7109 | Cruz - 24/05/2012 @ 09:16:27 (GMT+1)
Brillante Manolo. Me gusta leer estas verdades, aunque a algunos les cueste asimilarlas. Un abrazo desde tu anterior terreta.
7100 | kroekr - 24/05/2012 @ 09:16:23 (GMT+1)
Decía Simón Bolívar en su declaración de guerra a muerte a la Corona española: "españoles y canarios...".
Dices mucha verdad en tu artículo; digamos que has descrito lo que por estas tierras llamamos "godo", y que en Latam le aplican otros apelativos. La prepotencia hispana, sobre todo en con sus iguales, nada tiene que ver con el complejo de inferioridad que sale una y otra vez a relucir, desde que se atraviesa los Pirineos.
Tuve la suerte de estudiar en los Estados Unidos de Venezuela, que es como aparecía el nombre de esa nación en aquellas monedas de cinco bolívares, que tenían tal riqueza en plata, que al final tuvieron que retirarlas, pues eran fundidas ya que su valor era mayor que el facial. Allí me enseñaron, que la guerra de independencia era contra los realistas, siendo la palabra español, menos utilizada; mientras que las fuerzas rebeldes, eran denominadas ejército republicano. Después vinieron corrientes más indigenistas, que han tergiversado un poco o bastante la historia, depende como se mire, y han presentado más esa lucha como más enfocada a España, que contra su monarquía absolutista.
Muestra de todo esto, fue la posterior batalla de Ayacucho (en Perú), en que primeramente se destrozaron en combate fuerzas españolas entre sí, que luego fueron barridas por las tropas de Sucre, además reforzado con soldados españoles derrotados por los absolutistas, en fin.
Los canarios llegamos a tener nuestra principal ciudad fuera de las Islas, allá por comienzos de los 70 del pasado siglo. Entre residentes, e hijos o nietos nacidos en Venezuela, Caracas llegó a contar con 300.000 residentes; ninguna ciudad de Canarias tenía ese número de habitantes por aquella época. ¿Cuál era el motivo?, muy sencillo, el carácter y la forma de ser nuestra, se adaptaba y se adapta mejor a la idiosincrasia del venezolano, y en general de todos los estados rivereños del Caribe, que el resto de los españoles. Debe ser quizá, porque hemos experimentado en carne propia, la prepotencia del godo, que se cree que todo el monte es orégano, y acaba fracasando porque todo el mundo le da la espalda. Pero claro, godo no es sinónimo de español, es sinónimo de gilipollas, y eso lo sabemos muy bien por aquí. Una cosa es un peninsular, y otra cosa es un godo enterado.
PP: nunca he atravesado los Pirineos, pero el Atlántico rumbo al Caribe, muchas y espero que muchas más.
7101 | Tomás Fernández Antuña - 24/05/2012 @ 09:16:22 (GMT+1)
Estimado Manuel:
Tu excelente columna denota el amplio conocimiento que tienes del país desde el que escribes y del continente en el que se enclava. Ciertamente a algunos les sobran prepotencia y vanidad a la hora de acercarse a unos territorios que en épocas de bonanza nuestra hemos ignorado y a los que ahora miramos cuando por aquí las abundan las vacas flacas. Pero esa prepotencia no es exclusiva de individuos como los que describes en tu columna sino que, en ocasiones, la encontramos en ciertas prácticas empresariales que en nada contribuyen a fomentar una imagen adecuada de España. Es una lástima que algunos no entiendan que,ahora más que nunca, la humildad y el respeto debido al país que nos acoge y ofrece las oportunidades de las que aquí carecemos son condiciones imprescidibles para enriquecernos y desarrollarnos mutuamente.
Mi felicitaciones por una reflexión tan atinada
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