viernes 18 de mayo de 2012, 08:09h
Entre
las noticias económicas, no precisamente gratas, que cada día nos invaden y
casi nos ciegan, de vez en cuando se encuentran eventos felices que nos ayudan
a confiar en un mundo mejor.
Como el
que nos ofrece unos investigadores norteamericanos de la Universidad Brown, que
han conseguido que una mujer paralítica haya sido capaz de alcanzar y tomarse una bebida por su
cuenta, dirigiendo un brazo robótico mediante el pensamiento.
Mover objetos
con la mente ya no es una utopía, es una realidad. El hallazgo, que aún está en
fase experimental, abre la puerta a un nuevo horizonte de aplicaciones, y ofrece la solución definitiva para mejorar la
movilidad de los paralíticos.
La clave
de este portento reside en un dispositivo llamado Sistema
de Interfaz Neuronal BrainGate, diseñado
para poner a la robótica y otras tecnologías de asistencia bajo el control del
cerebro.
El sistema BrainGate
consta de un sensor, un pequeño cuadrado de silicio con cien electrodos,
delgados como el cabello, que registran la actividad de las células cerebrales.
Este sensor se implanta en la corteza
motora, la parte de cerebro que dirige el movimiento.
Luego, a
través de un sofisticado programa informático, las señales del cerebro se
convierten en comandos digitales para dispositivos externos, como por ejemplo, el
brazo de un robot.
El
paciente piensa que el brazo del robot tiene que coger un vaso y lo coge, que
tiene que acercarlo a la boca, y el brazo robótico cumple su deseo. Mediante
este sensor, el paralítico recibe el premio de haber movido objetos de un sitio
a otro, porque su cerebro ha convertido el pensamiento en acción.
Ayer se celebró en todo el mundo el día
Internacional de Internet. Podríamos dedicar horas y horas detallando los
múltiples beneficios que la informática y la red de redes han traído a nuestro
mundo.
No
encuentro una mejor ejemplo de todo lo que ha significado el desarrollo de la informática,
y las comunicaciones, que el rostro feliz de esa paciente norteamericana al
conseguir mediante su impulso cerebral
que un brazo robótico haya acercado un
vaso a su boca.
El
desarrollo científico, una vez más, nos ofrece un hermoso ejemplo del
extraordinario poder del pensamiento, de la indescriptible fuerza de las ideas.
Esa y no otra es la nueva fe que mueve montañas.