Según los datos del último sondeo del
CIS, la ciudadanía otorga muy bajas notas al comportamiento tanto del Gobierno
como al principal partido de la oposición. Aunque la intención del apoyo
electoral no presenta grandes variaciones, lo que significa que el PP retendría
la mayoría absoluta, la encuesta muestra que la gran mayoría de las personas
consultadas piensa que la actuación del Gobierno y del PSOE en la oposición es
regular, mala o muy mala. Sólo un 17,3% considera que el Gobierno lo está
haciendo bien o muy bien, cifra que es bastante inferior (7,8%) en el caso del
PSOE.
Una situación similar se refleja
cuando se pregunta por la confianza que transmiten los líderes del Gobierno y
de la oposición. La gran mayoría piensa que ambos ofrecen sólo poca o ninguna
confianza. El 71,6% lo considera así para el caso de
Mariano Rajoy y esa cifra
asciende al 78,8% en el caso de
Alfredo Pérez Rubalcaba.
La lectura de esos resultados me
parece clara. Aunque la valoración general de la población es penosa para
Gobierno y oposición, lo es más en el caso del PSOE. Se confirma pues la idea
de que la dirección del PSOE necesita recuperar imagen a como dé lugar y el
camino más sencillo parece ser el ponerse a pescar en rio revuelto. El problema
es que muchos de sus dirigentes están convencidos de que cuanto más revuelto se
ponga el río más abundante será la pesca.
Pero aunque la situación del PSOE sea
peor que la del PP, la mala situación de los populares es mucho más
preocupante, porque tienen ahora la responsabilidad de gobernar. El hecho de
que menos del 30% de la población piense que Rajoy le inspira alguna confianza
(sólo un 5,6% le inspira mucha confianza) habla por sí mismo. Rajoy debería
tomarse en serio la necesidad de incrementar sus destrezas comunicativas o
acabará siendo una debilidad crítica en la valoración del Gobierno.
Afortunadamente, este último sondeo
supone al menos una noticia positiva en términos comparativos. Muestra que el
disgusto todavía no ha dado paso a la desorientación desesperada que mostraban
las encuestas en Grecia y han acabado confirmando las elecciones. Aunque aquí
crece Izquierda Unida y los radicales nacionalistas, no se produce la terrible
fractura que muestran los comicios griegos, incluyendo la entrada de veinte
parlamentarios de un esperpéntico partido neonazi. Desde luego, Grecia es un
buen ejemplo para poner nuestras barbas en remojo. No importa que la forma de
fracturación del espectro político fuera completamente distinta del caso
griego. Lo que importa es no despreciar el riesgo que significa que la gente
aumente su percepción de que los líderes del Gobierno y de la Oposición son de
poca confianza y tienen mala actuación. Esa es una pésima perspectiva.
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