martes 08 de mayo de 2012, 13:45h
Rajoy desconfía de Rubalcaba y por eso no se
atreve a llamarle a La Moncloa y pedirle ayuda para hacer lo que no hay más
remedio que hacer. Y, a la recíproca, el líder socialista no se fía un pelo de
Rajoy ni está dispuesto a hacerle un favor. Ni se hablan, cuando debería haber
un teléfono rojo abierto permanentemente entre ambos. "Tu desconfianza me
inquieta y tu silencio me ofende" decía Miguel de Unamuno. Pero los
políticos tienen poco tiempo para leer incluso a vascos ilustres a los que les
dolía España. Y en esas, Basagoiti ha roto con Patxi López
después de mantener un pacto imprescindible durante tres años y ambos partidos
se encaminan, y nos llevan, hacia un escenario donde el nacionalismo y/o el
independentismo pueden tener por primera vez la capacidad de plantear algo más
que un desencuentro.
Artur Más no se fía de Rajoy y Rajoy mira de reojo a Más. Los
dos tienen razón. No sabemos si fue Rato el que desconfió del Gobierno o
el Gobierno de Rato, pero al final De Guindos cortó la cabeza de quien
pudo ser presidente y no lo fue porque Aznar prefirió a Rajoy. La
desconfianza es compartida por los mercados que no se fían del sector
financiero español y eso arrastra hasta a los
mejores bancos europeos, que son españoles, pero que sufren un castigo
desproporcionado. Y hasta la Bolsa paga la desconfianza de todos y deja al
pairo a millones de pequeños accionistas que se están quedando sin reservas.
El mundo está marcado también por la desconfianza. Estados Unidos desconfía
de Europa, los americanos de Obama y de Romney casi por igual, los
franceses de Sarkozy, Merkel de Hollande, éste del
Gobierno europeo, los griegos de todos sus políticos y los portugueses del
fatal destino que sufren. La falta de seguridad jurídica en Argentina o en
Bolivia, donde ahora Evo Morales quiere quedarse Red Eléctrica sin pagar
nada, como la Kirchner con Repsol, es un lastre para que nadie invierta
nada en esos países, pero también puede hacer que las empresas españolas acaben
perdiendo todo lo que han puesto allí. "La desconfianza, decía Indira Ghandi,
es una señal de debilidad". No estamos débiles, nos han metido en la UVI.
Hay que hacer algo para inyectar confianza en los mercados, en la
sociedad, en la política. Hay que buscar un mensaje que tranquilice a los
ciudadanos, que frene la incertidumbre, que no someta todo a debate porque
podemos acabar con el negocio y el negocio es el Estado de Bienestar. Henry
Louis Mencken escribió que "confianza es el sentimiento de poder creer a
una persona incluso cuando sabemos que mentiríamos en su lugar". La mayoría de
los ciudadanos del mundo, no sólo lo españoles, estaríamos dispuestos incluso a
confiar en quien nos lanzara un mensaje de optimismo, aunque fuera infundado.
No es posible construir nada desde la desconfianza en todo y en todos. Y, hoy
por hoy, la desconfianza es el único valor que cotiza al alza.