Existe un amplio consenso acerca de
que la victoria del socialista
Hollande en las elecciones a la Presidencia de
Francia va a tener efectos poderosos en la Unión Europea. Sin embargo, esa
seguridad relativa no está tan clara cuando se trata de saber en qué sentido
tendrá lugar dicho impacto. Algunos representantes del PSOE parecen convencidos
de que Hollande va a ser capaz de decirle NO a la Canciller
Merkel, forzándola
a una rectificación de la política de recortes. Al pensar así, proyectan y
justifican su propia política nacional de confrontación con el Gobierno.
Pues bien, yo creo que les espera una
morrocotuda sorpresa. Porque es altamente posible que a poco andar lo que se
fragüe en Europa sea más bien un pacto político entre los Gobiernos de Alemania
y Francia, al objeto de combinar mejor la política de austeridad fiscal con una
estrategia de crecimiento económico. Por su parte, la señora Merkel ya anunció
la semana pasada el lanzamiento a corto plazo de una Agenda para el Crecimiento
y el Empleo en Europa. Eso ya no se discute en el Gobierno alemán. El debate es
otro: cómo se financiará. Merkel todavía tiene que convencer a la derecha
alemana para que al menos una parte de esa Agenda se financie con créditos. Los
conservadores germanos siguen claramente en contra de la relajación de las
políticas monetarias del BCE y de los eurobonos. Pero una vez lanzada la Agenda
para el Crecimiento, será difícil que deje de ser financiada por una vía u
otra.
Si hacemos caso de las manifestaciones del
Ministro de Asuntos Exteriores alemán, el liberal
Guido Westerwelle, las relaciones con el nuevo Presidente francés "van a ser
excelentes". En la fiesta electoral de la embajada de Francia en Berlín, el
Ministro ha declarado con énfasis que la austeridad y el crecimiento "son las
dos caras de la misma moneda", y, por si hubiera dudas, ha asegurado que "el
Pacto Fiscal puede darse por hecho".
Por su parte, en Francia existe la
presunción de que el Presidente Hollande será alguien un poco diferente del
candidato del mismo nombre. Varios medios han recordado la entrevista que
concedió Hollande, en la que al ser preguntado por cinco políticos que él
tendría como referencia, mencionó a cuatro socialistas o socialdemócratas y a
Helmut Kohl, el canciller alemán conservador. Y no parece que fuera un lapsus,
aunque es difícil saber si era más bien una señal para la señora Merkel.
En suma, no parece improbable que
estemos en la antesala de un pacto político entre el Gobierno conservador
alemán y el Gobierno socialista francés. En realidad, cabría la pregunta de si
esa posibilidad les diría algo a los socialistas españoles: mutatis mutandis,
ese pacto a escala europea, podría hacer más viable que consideraran en serio
la oportunidad de proponer un pacto nacional para una Política de Estado sobre
crecimiento y empleo aquí en España. Ya hemos insistido que hacer esa propuesta
de pacto de Estado no tiene que basarse necesariamente en la previsión de si el
Gobierno de
Rajoy la atendería favorablemente. Incluso si esa previsión fuera
inicialmente la contraria, el proponer un Pacto de Estado colocaría al Gobierno
de Rajoy contra la pared, porque mostraría quien está realmente interesado en
salvar al país. De hecho, una propuesta de Pacto de Estado impediría que los
representantes del PP siguieran afirmando que el PSOE está dispuesto a hundir
el país si con eso consiguen obtener alguna tajada.
El impacto europeo de la victoria
de Holland en Francia tal vez, sólo tal vez, podría tener un efecto beneficioso
para facilitar un pacto de Estado en España para enfrentar la crisis. ¿Quién
sabe? En política, carambolas más curiosas se han visto.
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