El episodio de Botswana ha
protagonizado buena parte de la información y de los comentarios de
la semana que concluye. Sobre todo, hemos sido testigos del
arrepentimiento expresado por el Rey,. convencido de que, con su
accidentado viaje africano, para matar elefantes, obró mal y no
puede repetir sucesos de esa naturaleza. Pocas veces se habrán
repetido unas pocas palabras del Rey, once, exactamente, dichas en la
puerta de salida de la Clínica madrileña en la que fue atendido y
operado de urgencia tras su ruptura de la ruptura de la cadera, tras
un traspiés en una escalera de acceso al dormitorio. Pero, ¿todo ha
quedado resuelto con ese reconocimiento del error y esas disculpas
expresadas al público? Evidentemente, no. Es obvio que, como le
reprocha este domingo
Pérez Rubalcaba, el Rey nunca debió efectuar
ese viaje, y es igualmente obvio que una disculpa no fuerza a olvidar
ése y otros errores del Jefe del Estado. Hay una primera y principal
observación, válida para el Rey como para la Casa Real y para la
clase política en general: No se puede seguir predicando una cosa y
haciendo otra, muy a menudo contraria a la que se predica. No puedes
predicar moderación, prácticas morigeradas y seguir disponiendo de
medio millar de asesores presidenciales. No puedes recortar gastos
sanitarios y educativos mientras se siguen "invirtiendo" -es un
decir- cientos y miles de millones en 17 parlamentos autonómicos, o
en un senado con tres idiomas, y otros miles de millones en
televisiones autonómicas, o en representaciones "diplomáticas"
en el extranjero de media docena de Comunidades Autonómicas a las
que no bastan las embajadas españolas "de toda la vida". Y sigue
siendo irracional que cada alto cargo disponga de cuatro o seis
vehículos para su uso personal y disfrute, y en todo caso, a su
cargo y a su disposición. Como no son razonables los sueldos de los
presidentes jubilados, de los consejeros de Estado o las jubilaciones
de quienes alguna vez fueron parlamentarios...
Pero acerca de la
Monarquía, también es mucho lo que debe "depurarse" si se
pretende que la Institución tenga razón de ser. Hemos visto, en el
último semestre, el abuso permanente que desde la familia del Rey
cometió su yerno Urdangarín. Es un episodio que deberá ser juzgado
próximamente, pero que a la vista de la mayor parte de los
ciudadanos es evidente que contiene muchos elementos de abuso de
posición dominante, por parte del yerno, y de falta de vigilancia y
demostración de ejercicio real de poder y autoridad desde el propio
Monarca. Se contó que, cuando fue llamado al orden por el Rey y el
Príncipe, Urdangarín se limitó a excusar diciendo que "en la
familia, cada cual hace lo que le viene en gana, a su aire, y sin que
nadie se ocupe de si está bien o mal..." Es seguro que el Rey
reaccionó tarde, como también ha venido reaccionando tarde ante
otras exigencias que le plantean los ciudadanos: recorte y
racionalización de gastos, viajes con conocimiento del Gobierno, y
sólo en último lugar, las "aventuras extramatrimoniales", sobre
las que también hay abundante literatura y versiones. En los diarios
de este domingo hay dos encuestas que invitan a continuar esas
reflexiones sobre el Rey y la Monarquía: la de El Mundo señala que
el 62 por 100 desaprueba el safari africano, mientras un 72 por 100
le parecen bien las disculpas del Monarca. El 51 por 100 cree que el
Gobierno debe autorizar los viajes del Rey. Y un 73 por 100 sigue
haciendo una buena valoración del reinado, frente a sólo un 8 por
100 desfavorable. En cuanto al sondeo de La Razón, la mayoría
respalda a la Corona y la valora por encima de la clase política,
pero no es menos cierto que la mayoría de los consultados piensan
que el Rey se equivocó al viajar, pese a lo cual, la mayor parte
rechaza la abdicación y el 71 por 100 piensa que el Príncipe ya
está preparado para suceder al Rey...
Es evidente que "lo del
safari africano" es un aldabonazo de grandes dimensiones", y que
no escucharlo sería suicida para la actual forma de Estado de los
españoles... y que éstos cada vez serán más exigentes hacia
quienes ocupan el primer escalón de os funcionarios del Estado.
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