viernes 20 de abril de 2012, 08:02h
Ni el Rey Don Juan Carlos ni ningún otro
ciudadano español es perfecto, ni goza del privilegio de la sabiduría, ni está
libre de equivocarse. Todos formamos parte de una sociedad que se sustenta en
muchos aciertos, y en la que también se dan numerosos errores. Y ello
precisamente porque errar es humano, y equivocarse también es propio de nuestra
condición perecedera, por mucho que en los representantes de altas
instituciones, como la Corona, tengan una especial obligación de ejemplaridad.
El aluvión de críticas (algunas legítimas, objetivas y de buena fe,
pero otras muchas de evidente oportunismo que las llevó hasta la caricatura) a
algunas actuaciones del Rey Don Juan Carlos demuestra que, además de
ciudadanos honestos y objetivos, también hay personas esperando la primera
oportunidad para abalanzarse contra el soberano y contra la forma de Estado que
nos hemos dado los españoles.
Hoy queremos, sin ninguna actitud que
sugiera vasallaje u oportunismo, ampliar la visión de lo mucho que está
significando el Rey Don Juan Carlos en la vida democrática española, y huir del
simplismo que implica juzgar a una persona por una anécdota discutible o por un
asunto familiar o por un episodio cinegético cuyo protagonista ya reconoció como
un error.
Don Juan Carlos, guiado por el ejemplo del
sacrificio de su padre, Don Juan de Borbón, contribuyó de un modo capital a la
transición desde la España de la dictadura franquista a la España democrática y
de todos los españoles. Fue una operación prodigiosa cuyo balance es altamente
positivo, con un país incorporado de pleno derecho al mundo democrático del que
estuvimos ausentes durante casi medio siglo. Don Juan Carlos supo interpretar
la voluntad de los españoles, sus ansias de libertad, su pasión por el
progreso, la vocación colectiva por no ser una excepción en un mundo que apostaba
por el futuro. La actitud del Monarca para fulminar la intentona golpista del
23-F fue decisiva. Su prestigio internacional le convierte en el primero y
mejor embajador de nuestro país. En más de 35 años de Reinado, la Corona ha
acompañado a los españoles en las horas más tristes y en los momentos más
gloriosos. Ha recibido en audiencia a decenas de miles de personas, ha
escuchado, ha aconsejado, ha jugado prudentemente su papel de arbitraje.
Por eso, en estos momentos especialmente
delicados, queremos renovar nuestra apuesta por el Rey de todos los españoles y
ampliar, desapasionadamente, con objetividad, con justicia la mirada
hacia el amplio panorama de una gran tarea, de una labor verdaderamente
histórica., en la que Don Juan Carlos se seguirá esforzando hasta el último
aliento.