Un buen Príncipe para un gran Rey
martes 17 de abril de 2012, 16:43h
De acuerdo. La "fuga" del rey a la cacería en Botsuana es un error
importante. No como dicen Tomás Gómez
o Urkullu -algunos están siempre en
la conspiración inútil-, pero un error. Cuando más necesitan el país y la Casa
Real de transparencia, de "ejemplaridad" -el hombre, incluso el Rey, es esclavo
de sus palabras y dueño de sus silencios- cualquier fallo se magnifica y nos
perjudica a todos. Tendremos elefantes en los periódicos hasta el fin de los
siglos. Pero la política, la información y hasta la ética son hoy
"cortoplacistas", instantáneos, carentes de profundidad. Mañana vendrá otra
cosa -ya ha venido con el kirchnerazo,
y nos iremos a otras historias, abandonando lo que es anecdótico y lo que es
trascendente. Los ciudadanos pueden exigir a su Rey esa ejemplaridad que impone
el sentido del deber, una mayor transparencia, un estar a las duras y a las
maduras. En ellos radica la soberanía popular que sostiene a este Rey.
Pero ¿pueden los políticos pedir lo mismo cuando sus
instituciones, ellos mismos, viven en la opacidad de las cuentas y en aventuras
escasamente ejemplares que todos conocemos? Más de treinta años de Monarquía
ejemplar no se pueden diluir en una cacería de elefantes ni en un desgraciado
accidente, también imprudente, de un nieto y ni siquiera en la gestión todavía supuestamente
corrupta de un yerno. Presidentes republicanos, como Giscard, han venido
repetidas veces a cazar a España sin que nadie se escandalizara. Este país de
"juancarlistas", hoy un poco menos, debería saber de boca de sus políticos que
no está en cuestión la forma de Estado. No es ejemplar, el rey debe hacer
propósito de la enmienda, pero no hay que dejar escapar el sentido común porque
tiene una trayectoria intachable, que es por donde se mide a un personaje, y
porque tenemos problemas de verdad a los que hay que dedicar todo el tiempo,
sin perder ni un minuto.
Y, además, tenemos un Príncipe inteligente, preparado, serio,
conocedor de la situación, con interés y capacidad de ocupar, cuando toque, el
lugar de su padre. Un Príncipe ejemplar y sereno, que es respetado y que ha
sabido estar en su lugar permanentemente. No sé si la Monarquía tiene que ser vitalicia
o hereditaria. Sólo me importa que el Rey haga el papel que toca: el de mejor
embajador, el de árbitro o mediador, el de aunar voluntades y hasta el de quien
llama a las cosas por su nombre... Por eso necesitamos un Rey ejemplar, con
credibilidad, que transmita confianza. ¿Cambiarían los ciudadanos a este Rey
por un presidente de la República del PSOE o del PP? ¿Zapatero, Rajoy, González, Aznar? ¿Cuánto durarían sin ser sometidos
al linchamiento? Decía Maquiavelo
que el Príncipe debería ser "lo
bastante prudente para evitar la infamia de los vicios que le harían perder su
corona, y hasta para preservarse, si puede, de los que no se la harían perder".
Tenía razón. El Rey debería cuidarse los desprecios de los enemigos, pero
también de los elogios desproporcionados de los falsos amigos.