martes 17 de abril de 2012, 16:30h
Entender el Peronismo es causa casi imposible.
Basta con ver el rostro sonriente de Eva Perón en el retrato colocado
detrás de Cristina Fernández, en el show donde anunció la expropiación
de YPF Repsol.
En Argentina, cuando un gobierno, sea la cruel dictadura militar o
el legítimo de Cristina Fernández, se encuentra en un callejón sin
salida, recurre al populismo nacionalista: las dos esencias de la
política argentina. Es curiosa la dislexia de la mayoría de los
argentinos: echan pestes de su país y se envuelven para llorar en su
bandera. Misterios del psicoanális como práctica obligatoria. Ocurre
igual cuando el padre es cruel y el niño llora por su cariño.
El callejón sin salida es la situación económica. La inflación ha
hecho de Buenos Aires una ciudad casi tan cara como Londres o París.
Contener el dólar es la única respuesta en un conflicto en donde ya no
es posible mantener subidas de sueldo generalizadas del 25 por ciento
para compensar una inflación "trucha" que se ha domesticado en los
números mediante la manipulación del organismo encargado de
dictaminarla.
Cristina ha decretado la caza del dólar porque no tiene
financiación internacional. No tiene crédito. El callejón sin salida se
materializa en la congelación de las importaciones para que no salga
ningún dólar del país.
La industria se asfixia por falta de importación de insumos. La
única cosa que todavía funciona bien es la exportación de soja:
recaudación instantánea. Vuelve el mercado negro para comprar la moneda
extranjera porque los argentinos nunca se fiaron de su moneda, y ahora
menos.
Asaltar YPF Repsol es un episodio más para conjugar la falta de
salidas con el nacionalismo subyacente. Si los militares invadieron las
Malvinas, Cristina recupera la confrontación con el Reino Unido como
elemento de cohesión de los ciudadanos. ¿Quién se atreve en Argentina a
oponerse a la dialéctica imposible de la recuperación instantánea de las
Malvinas o de "devolver YPF al pueblo argentino". Cristina está tan
aislada que necesita el calor del pueblo. No gobierna, hace agitprop
desde el poder.
La batalla de Repsol será larga. El Gobierno de España tiene mucha
munición en la Unión Europea, en el Fondo Monetario Internacional y en
la diplomacia. Pero no son armas disponibles al instante. Lo que más
sufre, sin duda, es la cotización de Repsol. Pero Argentina tiene
motivos para llorar porque ha entrado en una deriva que le llevará de
nuevo a la ruina. Pero el poder, quien ocupa el poder, sabe del
fatalismo del Peronismo. Una entrada fuerte en el poder, vaciar las
arcas y procurar salir antes de que la situación estalle. Se trata solo
de un nuevo ciclo del Peronismo y de la economía argentina. Ellos lo
saben, pero de momento envolverse en la bandera y en la patria es lo que
toca. Que pena que Argentina siempre esté convocada a llorar por sí
misma. Es lo que toca.