A
esta hora lo más importante es que el Rey se recupera
satisfactoriamente y que la prótesis de cadera le va a mejorar bastante su
condición física. ¡Que irse ahora de cacería no era lo más oportuno, sin duda!. Sufre mucho su imagen en
un momento delicado con muchas familias pasándolo mal y los de siempre aprovechan para
cuestionar a la Institución. Pero que esta afición, ya conocida y practicada habitualmente por
Don Juan Carlos y por otros muchos, que crea bastante riqueza y puestos de
trabajo en esos países africanos, signifique que el Jefe del Estado actúa irresponsablemente es una exageración demagógica. Su trabajo diario es evidente, con
resultados conocidos y tangibles como, por ejemplo, el contrato de 12.000
millones de dólares para empresas españolas en Arabia Saudí y otros menos conocidos y discretos a favor de
los intereses de España y de los españoles.
La prótesis de cadera se la tenía que poner tarde o temprano y esta desgraciada
circunstancia ha obligado a hacerlo inmediatamente, como explicó con toda naturalidad su hijo, el
Príncipe Felipe que se encargará de representar a su padre los días que dure la baja, y lo hará con la profesionalidad, la preparación y el compromiso que atesora y que constituye
una garantía sólida de futuro para la democracia española. Esto es también lo más importante para nuestra estabilidad y
tranquilidad. La figura del Príncipe de Asturias como heredero de la Corona se
cuestiona también entre los que pretenden pescar en río revuelto y sólo se preocupan de sus intereses personales. Don
Felipe lleva años realizando una labor esencial en contacto con miles
de españoles de todos los rincones de España, de todos los sectores de la sociedad, con el
objetivo de conocer sus problemas y darse a conocer como persona y como futuro
Rey de España. Además, es consciente de que tiene que ganarse día a día, con su trabajo, discreción y dedicación el reconocimiento popular como lo ha hecho su
padre a lo largo de estos años. Una trayectoria que no puede invalidarse por
una cacería inoportuna. Es evidente la necesidad para la
convivencia democrática en paz y en libertad en España de disponer de una garantía como el Príncipe para la sucesión.
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