lunes 16 de abril de 2012, 10:53h
Una vez me contaron que al llegar un nuevo líder a la máxima
magistratura del Estado, su antecesor le entregó dos sobres cerrados,
diciéndole afectuosamente: «cuando tengas verdaderos y graves problemas,
abre el primer sobre; y si alguna vez, a lo largo de tu mandato, te
vuelves a ver frente a una situación casi imposible, abre el segundo
sobre». Así que, al cabo de cierto tiempo, el nuevo dirigente se
encontró con gravísimos problemas. Desesperado, recordó la existencia de
las dos cartas y abrió la primera. La carta tenía un mensaje muy
escueto: «échame la culpa». El nuevo dirigente le echó la culpa de los
graves problemas del país al dirigente anterior y salvó su liderazgo
durante muchos años. Pasado el tiempo volvieron los problemas y el
dirigente recordó la existencia de la segunda carta. Al abrirla encontró
que también había un mensaje muy breve que decía: «escribe dos cartas».
Tan pronto como el presidente Rajoy tuvo conciencia de lo que se
siente cuando se tienen en las manos los mandos de la nave, empezó a
tomar decisiones que iban en sentido contrario de lo que había prometido
en su campaña electoral. Así que el mismo hombre que afirmaba, como
candidato, que subir los impuestos traería incontables males a nuestra
economía, se estrenó como gobernante con una subida de impuestos. Su
decisión le creó un serio problema de credibilidad entre sus electores,
decepcionados al descubrir que la pregonada competencia económica del
nuevo gobierno no ha servido para evitar que su primera medida haya sido
también la primera traición a sus principios ideológicos.
Angustiado ante la decepción de sus electores, el presidente Rajoy no
tardó ni una semana en abrir la primera carta y acudió al expediente de
la herencia recibida para justificar sus primeras medidas, en este caso
con el argumento de que el déficit heredado era mayor que el previsto.
La alegría le duró poco al gobierno, el mismo argumento del déficit
inflado que favorecía electoralmente a su partido, perjudicaba
económicamente a nuestro país en los mercados mundiales.
La misma operación, en este caso posponiendo la presentación de los
presupuestos al final de las elecciones andaluzas y asturianas, ha
tenido como consecuencia una grave hemorragia en la credibilidad de
nuestro país y un repunte de la prima de riesgo. Poco a poco van
creciendo tanto los problemas como la decepción de los ciudadanos, una
decepción en la que pesa más la forma de reaccionar del gobierno ante la
adversidad que la adversidad misma; una adversidad por otra parte ya
conocida por todos. El argumento de la herencia recibida resulta cada
vez menos eficaz, por eso el presidente Rajoy piensa a toda prisa cómo
explicar sus decisiones mientras se escabulle de la prensa por los
pasillos del Senado.
La actual mayoría lleva apenas tres meses gobernando y, sin embargo,
el presidente Rajoy empieza a preguntarse cada vez con más fuerza qué
habrá en la segunda carta.