Tras 52 años de despreciativo
silencio
El Gobierno condecora a la primera víctima del terrorismo, la niña Begoña Urroz
viernes 13 de abril de 2012, 18:11h
52 años han tenido que
pasar para que el Gobierno español haya concedido, a título póstumo, la Gran
Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a María
Begoña Urroz Ibarrola, un bebé de apenas 22 de meses que tuvo el triste de
honor de convertirse en el primer asesinato de una banda terrorista. A Begoña la
acompañarían en su temprano sueño eterno más de un millar de víctimas más,
producto de la violencia miserable de ETA, de los Grapo, de la guerra sucia, de
la extrema derecha... pero ahora el Consejo de Ministros le ha concedido la Gran
Cruz y la ha reconocido oficialmente como la primera víctima del terrorismo
tras la guerra civil.
Ya en diciembre pasado,
con 51 años de retraso, en los estertores finales del Gobierno de Zapatero, el
Consejo de Ministros reconoció que María Begoña Urroz Ibarrola, asesinada en
1960 por una bomba en la estación de Amara, era la primera víctima del
terrorismo, e indemnizaba a su madre con 250.000 euros.
La pequeña Begoña Urroz,
entonces un bebé de apenas 22 meses, falleció el 27 de junio de 1960 como
consecuencia de la explosión de una maleta incendiaria colocada en la consigna
de la estación de Amara, en San Sebastián. El atentado tuvo escasa repercusión
social, es cierto, por la cerrazón del antiguo régimen, pero inauguraba una
cadena de atentados inusual hasta entonces en España, que aparecía asfixiada bajo
la férrea dictadura de Franco.
La pequeña Begoña sufrió
quemaduras en el 90 % de su cuerpo, pero también resultaron heridos por el
mismo artefacto el estudiante Valeriano Bakaikoa Azurmendi, de 15 años, que
regresaba a San Sebastián tras pasar unos días de vacaciones con unos
familiares de Rentería; la encargada de la consigna, Soledad Arruti, de 60 años;
Pascual Ibáñez Martín, de 29; Francisco Sánchez Bravo, de 42, y María García
Moras, de 49. Era, sin duda, un abominable crimen terrorista, aunque para los
servicios de 'manipulación' del régimen franquista el suceso no fuera más que
'carne de silencio'.
Begoña era hija de Juan
Urroz, fallecido en 2008, un vasco-navarro empleado en la fábrica de
electrodomésticos Moulinex, y de Jesusa Ibarrola. Ambos, junto a sus dos otros
hijos, Jon y Begoña, aguantaron su dolor en silencio; un silencio sólo roto
cuando Jesusa, siendo ya octogenaria aceptó hablar con el diario El País, que
lanzó hace más de un año su historia. Urroz e Ibarrola no disfrutaron jamás ni
de un reconocimiento ni de una ayuda.
¿Quién asesinó a Begoña
Urroz?
La familia siempre ha
creído que la bomba de Amara la puso ETA, según confesaron hace un año al
diario El País, y mucha gente también lo piensa, pero lo cierto es que ETA jamás
reivindico la autoría de aquel atentado -hacía sólo un año que se había creado
la organización-, e, incluso, que algunos lo imputan al Directorio
Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), de ideología anarquista.
Fuera ETA o fueran grupos anarquizantes,
lo cierto es que Begoña Urroz fue la primera víctima del terrorismo tras la
guerra civil. Sin embargo, tuvo que esperar hasta septiembre de 2011, cuando el
Congreso aprobó la Ley de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas
del Terrorismo. El artículo 7 de esa ley establece que será de aplicación a los
hechos terroristas que se hubieran cometido desde el 1 de enero de 1960, con la
intención de así poder incluir entre los damnificados a la familia de Begoña
Urroz. Y es que hasta entonces se aplicaba una ley de 1999 a la que podían
acogerse los afectados por el terrorismo a partir del 7 de junio de 1968, fecha
en la que murió tiroteado el guardia civil José Pardines, considerado hasta
ahora la primera víctima de ETA.