jueves 12 de abril de 2012, 16:11h
Cuando alguien empieza a "molestarse" por organizar mi vida privada y decirme qué puedo qué no puedo hacer o dónde, peligro. Cuando alguien se muestra más preocupado por mi seguridad que por mi libertad, empiezo a preocuparme. La violencia callejera o de cualquier otro tipo, en el colegio, en la empresa o en los campos de fútbol siempre me ha parecido detestable. El Ministerio del Interior ha anunciado su proyecto de endurecer las penas contra la violencia callejera y ha apuntado que va a proponer penas de entre dos y cuatro años de cárcel para quienes convoquen concentraciones violentas a través de Internet y hasta para la resistencia pasiva grave que podría equiparar legalmente con el delito de atentado y que permitiría a los jueces decretar la prisión, preventiva y que sus promotores sean considerados miembros de una organización criminal.
España tiene uno de los índices más bajos de delincuencia en Europa y, sin embargo, más personas en la cárcel que esos países, una muy elevada población reclusa que, en la mayoría de los casos, cuando cumple condena ni se ha rehabilitado ni ha mejorado su inserción social, con lo cual la privación de libertad sólo ha servido para no tener a esa gente en la calle. Seguramente algunos consideran que eso ya es bastante, pero a mi me parece claramente insuficiente. Lo mismo sucede con los menores delincuentes, a los que algunos meterían en la cárcel de por vida. Cada vez que hay un delito los políticos endurecen las penas y aunque no solucionan ningún problema, consiguen el efecto de marketing.
Legislar a golpe de portada del telediario es una tentación insuperable para los políticos, aunque eso vaya limitando la libertad cada día más. El debate seguridad-libertad nunca estará solucionado, pero me preocupa que en lugar de usar las leyes que tenemos -el Código Penal ya prevé casi todo lo que quieren reformar- y que los jueces interpreten la ley conforme a derecho, lo que hacemos es irnos a los extremos. Mal asunto. Floriano (ahora sale todos los días tiene a templar gaitas) dice que "las nuevas medidas de Interior se aplicarán con sentido común". O no. Para evitar problemas, mejor no crearlos.
Más preocupado aún me ha dejado una sentencia del Supremo que, al parecer, porque no la he leído íntegra, avala que un miembro del comité de empresa pueda informar a los directivos de la empresa de aspectos que afectan a la esfera íntima de las personas -una relación afectiva, por ejemplo, que supuestamente afectaba al funcionamiento de la compañía- en aras a "colaborar con el mantenimiento de la productividad" (sic). Como el sindicalista se chivó al director y fue éste el que lo reveló públicamente, el Supremo entiende que el compañero trabajador, el demandado, no se entrometió ilegítimamente en el derecho a la intimidad de las afectadas. Puede que sea legal, porque no se demandó al director, pero parece un disparate social. Y, junto a los proyectos de Interior, debe ponernos en guardia.
francisco.muro@planalfa.es
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (2)
5507 | arboleda - 16/04/2012 @ 09:55:42 (GMT+1)
Con la excusa de los violentos como dice mi ama al final siempre pagan justos por pecadores.
Ante la nueva reforma que se avecina me temo lo que se esconda detrás. Si quieren que no nos levantemos del sillón que lo digan claramente.
No entiendo este afán desmedido de varios ministros que en su arrogancia y soberbia mienten o adulteran los datos a conveniencia propia.
Pero no dejara de haber seguidores ante la oleada de autoridad, la cual lleva a menospreciar las ideas del resto, como si solo ellos estuviesen capacitados para resolver los distintos entresijos de la vida de una sociedad.
Modestamente creo que mas de un ministro a entrado cual elefante en cacharrería, disparando material verbal a diestro y siniestro, sin la menor capacidad para resolver los entuertos mas bien al contrario para generarlos.
Un saludo.
5476 | Pikertom - 16/04/2012 @ 09:55:19 (GMT+1)
Estoy completamente de acuerdo con usted. No se lo que esta pasando en este pais últimamente, pero las libertades individuales están retrocediendo a pasos agigantados. Ya existe, en nuestro Codigo Penal, penas de cárcel contra actos violentos o vandálicos, y ahora, pretender que estos actos se penalicen como terrorismo, es una autentica barbaridad. Barbaridad lo es, también, que las manifestaciones llamadas pacificas o pasivas pasen a ser un delito. ¡A donde quiere llevarnos este gobierno! ¡Que mal pinta esto!
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