La corrupción nos importa un pito
jueves 05 de abril de 2012, 10:17h
Acaba de dimitir el
presidente húngaro, Pal
Schmitt,
por haber plagiado su tesis doctoral. Hace unos meses dimitió el
ministro de defensa alemán, barón de Gutenberg,
por la misma causa.
Aquí, en cambio, el
plagio debemos considerarlo simplemente como una más de las bellas
artes. Lo han practicado, pública y notoriamente, desde la escritora
Lucía
Etxebarría
al psicólogo Jorge
Bucay,
pasando por la presentadora televisiva Ana
Rosa Quintana
y muchos otros. Y ninguno de ellos ha visto perjudicada su exitosa
carrera profesional por tan nimio motivo.
Ya ven qué distinto
comportamiento el de unas sociedades y otras. Es más, desde el
sinvergüenza Luis
Roldán,
hace ya treinta años, hasta hoy, docenas de políticos españoles se
han inventado apabullantes y sonoras biografías sin que nadie les
haya mandado a casa o, simplemente, se haya escandalizado por ello.
En el fondo, las mismas
conductas que en países con otros códigos morales se reputan como
delitos aquí nos las tomamos a cachondeo y hasta admiramos muchas
veces a sus autores.
Por eso -y de verdad
que lo siento-, se han equivocado muy mucho aquellos políticos que
en España han hecho bandera de la lucha contra la corrupción. Su
batacazo electoral ha sido clamoroso, tanto el del valenciano Jorge
Alarte,
centrado únicamente en su guerra contra el caso
Gürtel,
o el Javier
Arenas
denunciando un día sí y otro también los falsos EREs en Andalucía.
Y es que, nos guste o nos
desagrade, aún somos un país de pícaros y trapisondistas, más
parecido a la corte de los milagros de Valle-Inclán,
que a una sociedad solidaria, equitativa y justa.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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