Antes que subir el IVA,
Rajoy ha preferido optar por un plan para recaudar fondos con una amnistía a cambio de solo el 10% de lo que no declararon al fisco, algo que el mismo definió un año antes como una "ocurrencia".
Ahora La Moncloa ha iniciado una ofensiva para explicar a la opinión pública que el mayor ajuste de la historia con el añadido del perdón a los defraudadores era la única solución posible para superar la situación límite que vive España. El PP también persigue, en un momento de declive en la popularidad del Gobierno por sus últimas decisiones "incorporar voluntades" en el Congreso de los Diputados "para convertir la mayoría absoluta en mayoría compartida con otros grupos", según explicó ayer el portavoz parlamentario del PP,
Alfonso Alonso. "Tenemos un mismo objetivo en el que nos la jugamos todos y estoy seguro de que otros grupos políticos propondrán propuestas mejores y alternativas".
El PP espera contar con el apoyo de CiU, que ha expresado su comprensión con la amnistía fiscal planteada por el Gobierno e incluso ha apoyado la reforma laboral, aunque el PP está muy preocupado por la deriva soberanista de la formación de
Artur Mas.
Alicia Sánchez-Camacho, líder del PP catalán, ya le ha trasladado a Rajoy su idea de que el choque de trenes con los nacionalistas catalanes puede llegar en octubre.
Para evitar aprobar las cuentas en solitario, el PP intentará también buscar el difícil apoyo del PNV, que votó contra la reforma laboral. Los dirigentes populares sí excluyen al PSOE de su política de alianzas. "Hemos perdido la esperanza de que haya alguna propuesta por parte del PSOE, declaró Alonso.
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La alternativa a la amnistía era subir el IVA