jueves 29 de marzo de 2012, 14:54h
Ya ha pasado la huelga general, las elecciones asturianas y andaluzas, el Gobierno ha presentado los Presupuestos y ahora lo que toca es trabajar, trabajar y trabajar. Evidentemente, en este país nuestro de filias y fobias es muy difícil tener largos periodos de normalidad, pero en un ejercicio de responsabilidad, poco demostrada, nuestros políticos deberían de ponerse, de una vez, manos a la obra para sacarnos del atolladero.
No sé si como dice el ministro Montoro estamos al límite, pero sí se que cada día que pasa conozco más casos de amigos de mis hijos que se marchan al extranjero ante la imposibilidad de abrirse un futuro. Antes de la crisis, este era un país de inmigrantes, al que llegaban más personas de las que se marchaban, pero ahora ocurre al revés.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, al menos 20.000 españoles se han ido al extranjero durante estos años de crisis y la estadística sigue subiendo. Aunque, desde luego, no se puede hablar de un gran éxodo, el dato es preocupante en tanto en cuanto se están marchando nuestro mejores jóvenes. La gran mayoría tienen unos currículum espectaculares y se llevan en la mochila muchos sueños por cumplir. Sueltan amarras con la desesperanza y quieren buscar en otros lugares, especialmente Alemania, Francia, Argentina o Venezuela -principales países de destino- lo que su país no les puede dar: un trabajo digno y a ser posible ejercer la profesión para la que se han preparado duramente.
Ahora, que nuestros hijos se queden aquí y puedan ejercer su profesión se ha convertido en un lujo al alcance de pocos, porque la inmensa mayoría cuando terminan su formación académica no pueden ejercerla y se tienen que "reinventar", como dicen ahora, si quieren llevar un salario a casa y ser mínimamente independientes. Algo hemos hecho mal, muy mal, cuando la generación de nuestros padres tuvo que emigrar, casi siempre como mano de obra barata, y la de nuestros hijos también lo está haciendo aunque nos superen con mucho en cualificación profesional. Nuestros jóvenes no ven salida, no se resignan y hacen bien. Y nosotros los vemos marchar con una sensación asfixiante de tristeza e impotencia, pero con la esperanza de que regresen pronto porque las cosas mejoren.
En España, por primera vez en tres décadas, se van más ciudadanos que vienen. Muchos extranjeros regresan a sus casas tras ver sus sueños truncados y los españoles buscan fuera oportunidades laborales que aquí no encuentran. Esa es la triste realidad, como lo es que tenemos cinco millones y medio de parados y que la cosa no está para bromas. Si es verdad que todos debemos arrimar el hombro, los primeros que deben dar ejemplo son los políticos y en vez de enredarse en peleas partidistas deberían reeditar grandes pactos, como en su día fueron los de la Moncloa, para ver si salimos de esta. Estoy harta del discurso el "y tú más", de que siempre unos y otros se acusen de los mismo y lo hagan desde sus confortables sillones mientras fuera, en la calle, la gente está desesperada. No me resigno a que nuestros hijos tengan que vivir peor que nosotros, ni tampoco a que les neguemos el derecho a cumplir sus sueños. ¡Hagan algo y déjennos en paz de monsergas!. Mientras ustedes se enzarzan en discusiones absurdas a nuestros hijos se les está negando el pan y la sal. ¡No hay derecho!
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (2)
4977 | Luis - 30/03/2012 @ 12:30:05 (GMT+1)
Yo les he recomendado a mis dos hijos que busquen un futuro fuera de España. Ellos dominan perfectamente el inglés y son titulados superiores. Este país no tiene nada que ofrecerles. El futuro de España es muy preocupante.
4951 | Rosa Paredes - 29/03/2012 @ 16:46:28 (GMT+1)
Esther, déjame que te diga algo. En mis años jóvenes /ahora también lo son, pero un poco más gastados/ trabajaba en un Ministerio. Desde la ventana de mi despacho, podía ver las largas colas de gentes que esperaban para ser atendidos en el Instituto de Emigración. Eran tiempos duros que no había hogaza de pan que poner a la mesa, y se decidía atravesar el oceano e ir en busca de otros lugares donde se pudiese encontrar una calidad de vida que permitiese adornar esa mesa vacía. Ahora tal y como está el tema en este pais, me temo que va a pasar otro tanto de lo mismo.
Siento una enorme angustia pensando en lo que les espera a mis seres queridos. ¡ Tendrían que cambiar mucho las cosas para que la "desfeita" /palabra gallega/ que tenemos en esta España nuestra, tuviese un final feliz. Me temo que tal y como está el panorama musical, no va a haber lugar a muchos bailes... Vamos a la deriva sin brújula que nos guíe y con riesgo de encallar en algún arrecife.
Enfilas el mando del televisor hacia la pantalla del televisor, y los ves a todos ellos disertando en el Congreso de los Diputados. La escena siempre se repite. Por parte de los políticos que nos gobiernan y que portan carteras de piel noble, de lobo o serpiente, solo se escuchan insultos y descalificaciones de todo tipo. Viendo la mencionada escena, me traslado al patio de un colegio de párvulos enganchados del pelo por conseguir la mejor canica del recreo...
Es lo que hay. Decir lo contrario sería mentir.
Lo que verdaderamente acongoja de esta historia es el futuro que les espera a los nuestros...
Rosa Paredes
La Coruña
http://rosaparedes-rosa.blogspot.com
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