Respondiendo a D.
Arturo
Fernández, presidente de la patronal
madrileña sobre el artículo que publicó en este mismo diario.
Señor Fernández, tiene
usted razón cuando habla de empresas que ante situaciones de retroceso, no
pueden asumir el coste de despido de plantillas veteranas, igual que la tiene
cuando habla del sector de la construcción y competitividad, sin embargo, bajo
mi punto de vista, comete un tremendo error de contenido y fondo.
La crisis internacional, no
la originó el conjunto de empresarios
tratando de sacar adelante sus negocios, la originó un sector muy concreto que
como muy bien sabrá, se basa fundamentalmente en la especulación para
enriquecerse, sin producir nada a cambio. Hablo, como no, de la banca, con el
"mercado de derivados" a la cabeza. Mercado, por cierto, que sigue hoy día sin
regulación efectiva, y en este sentido, es sorprendente que se plantee como
problema una legislación laboral que sin embargo, permitió hablar al anterior
gobierno de pleno empleo entre sus objetivos, y que es la misma, que había cuando la economía española crecía
hasta convertirse en la octava economía mundial.
No podría estar más de
acuerdo con usted en el asunto del ladrillo, un sector empresarial, que purga
ahora los abusos cometidos, sin embargo, aunque todos ustedes conocían el
desenlace de la orgía del cemento, ninguno pidió control sobre la misma.
Sorprende que agotado el motor económico del país, las políticas actuales del
gobierno en vigor, reduzcan o eliminen las
ya de por sí pírricas partidas para I+D.
La competitividad no
puede basarse siempre en abaratar la mano de obra o disminuir los márgenes de
beneficio. Eso, tiene un final muy corto. ¿Hasta qué punto podría usted
disminuir los márgenes de beneficio de sus empresas para hacerlas competitivas?
¿Cuál es el límite? Entiendo que el trabajo, utilizado como herramienta,
debería perseguir el objetivo de una vida lo más digna posible, y no la
generación de estamentos sociales cada vez más separados entre sí, ni mecanismos
de dominación sobre los ciudadanos. Los mismos objetivos que deberían perseguir
(a mi sencillo entender) la economía y otros inventos humanos, y que sin
embargo, como vemos estos días, son utilizados como forma de control sobre las
personas y los estados.
En cuanto a los
sindicatos, y sin menosprecio de sus integrantes, (muchos de ellos gente digna y comprometida),
basan una parte importante de sus ingresos en las subvenciones que perciben del
mismo gobierno que promueve los recortes, y sin poder afirmarlo, si pienso que
tal vez, eso explique los motivos por los que todas sus acciones se realizan
siempre cuando los recortes han tenido lugar, y no antes, para tratar de
prevenirlos.
Si fuerzan ustedes una
disminución de salarios, o una inseguridad laboral creciente, lo único que
provocarán será una disminución del gasto. (Quien gana poco, no puede gastar
mucho) que repercutirá en un descenso del consumo y por tanto, menores ventas
para todos. Confío en que sean capaces de ver más allá de lo inmediato, porque
lo inmediato, como bien sabe, son unas previsiones catastróficas para el
transcurso de este año.
Se trata de avanzar hacia
una sociedad donde todos podamos vivir mejor, no de eliminar las seguridades
conseguidas durante los últimos treinta años.
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