viernes 23 de marzo de 2012, 13:26h
A
falta de trabajo en casa, los titulados españoles comienzan a largarse al
extranjero en busca de empleo. Oportunidades, haylas: las aerolíneas chinas,
por ejemplo, ofrecen hasta 11.000 euros al mes a nuestros tripulantes en paro.
Pero
la adaptación de los españoles a trabajar en el extranjero es más difícil que
la de los ciudadanos de otros países.
En
primer lugar, por nuestro acendrado provincianismo. Queremos estudiar y
trabajar al lado de casa. Tan es así, que la propuesta laboral de aceptar
empleos a 30 kilómetros del domicilio le costó una huelga general a José María Aznar.
Cualquier
joven norteamericano, en cambio, estudia a miles de kilómetros de su familia y
los veranos trabaja en la otra punta del país para pagarse los estudios. Tal es
la movilidad geográfica de los estadounidenses, que la aparición del diario
nacional USA Today lo fue porque un
tercio de los ciudadanos se mueve constantemente de un Estado a otro.
¡Y
no digamos nada de los asiáticos, que ocupan toda la costa oeste de América del
Norte y parte de la del Sur!
Un
problema añadido es el idiomático, porque seguimos sin aprender otras lenguas,
a diferencia de holandeses, alemanes o suecos, que hablan fluidamente el
inglés. Pero es que, además, tampoco sabemos hablar en público en ningún
idioma. La mayor parte de nuestros estudiantes acaba la carrera sin haberlo
hecho nunca. En cambio, cualquier finlandés, norteamericano o inglés ya ha
tenido que hacer debates públicos antes de acabar la escuela.
O
sea, que nuestro camino hacia el cosmopolitismo está lleno de obstáculos. Por
eso, o cambiamos nuestros hábitos y nuestra mentalidad o seguiremos teniéndolo más
crudo que otros.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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