lunes 19 de marzo de 2012, 11:09h
En mayo de 2010 un
desgraciado accidente cambió la vida de Danais Bautista. Músico
y cubana -que las feministas no me incluyan en su particular
"index", por favor, porque éste es el término que utiliza
ella misma para definirse profesionalmente-, tocaba la guitarra, y
ponía su voz al servicio de su libertad. Su condición de mujer,
de color, cubana y ciega, la había llegado a oprimir hasta tal
punto que quiso romper con todo en su país de origen -familia,
amigos, entorno profesional y social- y, con su guitarra al hombro,
se vino a España para demostrarse a sí misma que era capaz de
sobrevivir.
Lo consiguió. Cambió el Nuevo Vedado
de La Habana por el madrileño barrio de Vallecas, el Café
Cantante por el Populart y el Malecón por la Gran vía, pero esa
fatídica y primaveral fecha de mayo, un error de cálculo dio
con ella en el hueco existente entre vagón y vagón que hay en
muchos trenes del Metro madrileño, y su vida dio otro giro de
ciento ochenta grados. Ese tren la arrastró durante unos
segundos eternos que la tuvieron entre la vida y la muerte.
Después vinieron las largas horas de quirófano, la
hospitalización durante varios meses, la rehabilitación física y
psicológica... El caso se saldó con la amputación de su brazo
izquierdo y, con ello, la imposibilidad de seguir tocando la
guitarra, y la necesidad de afrontar la vida otra vez con mil
inconvenientes más que sumar a los ya habituales de su ceguera.
Pero Danais no es fácil
de vencer. Aún le queda la voz, esa dulce pero firme voz
caribeña que la cubana ensancha, proyecta, eleva y suspende en el
aire en cada uno de sus conciertos cantando lo mismo una balada, que
un son, un bolero o una pieza de jazz, esa forma musical
norteamericana que ella cultiva tanto como admira porque es la
síntesis de la libertad en la música. Porque una banda, un
músico o una cantante de jazz no son tales si no sorprenden al
público con un cambio de ritmo, melódico o armónico, tan
inesperado como genial. Y eso es Danais: genial y libre.
Excepcional
Hacía meses -un año,
quizás- que no la veía, aunque el contacto telefónico también
da una cierta medida del estado de ánimo. Nunca decayó. Nunca
tiró la toalla. La prueba es que hoy, menos de dos años después
y, como diría un castizo, "con un par....", sigue usando el
Metro madrileño como forma habitual de desplazamiento. Con
frecuencia los y -sobre todo- las viandantes la reconocen y se
acercan para darle un ánimo que ya tiene a raudales, pero que
agradece de corazón. Camino de la cuarentena, menuda, morena, pelo
rizado y, como el Max Estrella de "Luces de bohemia", la
genial pieza de Valle Inclán, es un verdadero "cráneo
privilegiado".
Usted, como yo, ya habrá
concluido en que Danais es una mujer excepcional. Casi o -mejor
dicho- más que una heroína. Sí, lo es, pero como tantas otras
mujeres, sin trabajo. Sus treinta y tantos, su ceguera y su amputado
brazo izquierdo le ponen la cosa mucho más difícil. Pero saldrá
-estoy seguro de que saldrá- porque tiene un lugar en
cualquier academia de música o en las actividades musicales
extraescolares de algún colegio madrileño que, cuando la acoja,
ya no la dejará. Entre tanto, seguirá tarareando hora tras
hora, a media voz, las melodías de su próxima actuación porque
su misión sigue siendo la de conmover los rígidos corazones de
quienes acuden a escucharla concierto tras concierto.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (4)
4639 | Danays - 22/03/2012 @ 10:13:27 (GMT+1)
Hola otra vez. Perdonar tanto comentario. Es que es la vía para aclarar ciertos detalles que considero importantes. Pretendo, simplemente no alimentar el mito. Aprovecho esta herramienta para explicarme.
Vine a Madrid sin estar segura de establecerme. Para nada me impulsaba la necesidad de romper con Cuba, familia, amigos. No soy alguien que anhela vivir fuera de su país. Estar lejos de mi gente allá es algo difícil de llevar.
Antes de venir a Madrid estuve fuera de Cuba algunas veces, sin plantearme no volver. Allí crecí muy feliz rodeada de tanto cariño. Estudié lo que soñé sin otra dificultad que ciertas carencias de material en Bralle. Pero con la misma oportunidad que los demás para estudiar música, que es mi carrera.
Incluso antes de terminar los 8 años del conservatorio ya empecé a trabajar. Desde muy joven pude tener espacio en la escena musical de un país que pare tantos músicos de calidad. Con total sinceridad afirmo que nunca sentí que fuera un problema ser una chica ciega y mulata. De hecho me tocó dirigir por varios años una banda de 8 músicos. La mayoría chicos videntes y nunca hubo otra cosa que una hermosa relación de amistad que todavía dura entre todos nosotros.
4625 | Danays - 22/03/2012 @ 10:13:17 (GMT+1)
Hola.
El primer comentario es de agradecimiento. A cada quien que dedica uno o más instantes de su vida a pensar positivamente en los otros. En esta ocasión soy la receptora de esa energía y por eso me atrevo a animar a conservar esa intención.
Gracias también, obviamente a todas y todos esos viandantes que menciona José Miguel. Nunca he reparado en si son más chicas que chicos o viceversa. Es igual y doy las gracias, claro.
4627 | Danays - 22/03/2012 @ 10:13:16 (GMT+1)
A ti, José Miguel, gracias por tus ganas de ayudar de algún modo. Incluso por esa visión, algo mitificada en mi opinión que tienes de mí.
No voy, en absoluto en plan de falsa modestia. Se trata de que, sinceramente yo lo que hago es intentar asirme a cada razón que avive el impulso de vivir. Es como sentir que en algún momento las fuerzas se apagan y estás a punto de soltar el tronco que te mantiene a flote. En ese punto hay que aferrarse y seguir batallando. Y para mí es vital saber y sentir que hay motivos para no desmayar. Lo he pasado tan mal cuando han fallado las fuerzas que no me planteo otra alternativa que no sea insistir. Y en el camino no he estado sola. Esmuy importante.
Eso. Que de heroína no me veo. Hay tanta gente que a cada momento está superando obstáculos. Para cada quien el problema que puntualmente vive es un tema grave. No es poco el esfuerzo de tirar palante.
Que nadie crea que no tengo miedo de entrar en el metro. Sin ayuda no puedo vencer el shock del instante y entrar al tren. Que, como cualquiera tengo momentos difíciles. Pero no me vale para nada quedarme en ellos.
4604 | Pikertom - 20/03/2012 @ 18:47:26 (GMT+1)
Estremecedor relato, también esperanzador. Lastima que la comunidad de Madrid no aproveche los conocimientos de esta extraordinaria señora (en supervivencia y en música) para que los transmita, como profesora cualificada en una escuela publica, a unos alumnos que seguro se lo agradecerían de una manera entusiasta. Pero con la señora Aguirre topamos. Menuda es ella.
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