En su discurso de investidura en el Congreso de los Diputados,
Rajoy dijo en diciembre que la medida de
correr los festivos a los lunes y reducir los 'puentes' perseguía hacer compatibles los derechos de los trabajadores y la buena
marcha de las empresas, y que no se incluirían en este plan los festivos
de mayor arraigo social o alto significado religioso o tradicional.
De esta forma, serían intocables otras festividades, independientemente del día de la semana en que cayeran: se trata de
Año Nuevo (1 de enero),
Navidad (25 de diciembre),
la Fiesta del Trabajo (1 de mayo) y la
Fiesta Nacional (12 de octubre). Como comentábamos, sindicatos y patronal sí estarían a favor de trasladar al lunes el 15 de agosto (la Asunción de la Virgen, que este año cae en miércoles), el 1 de noviembre (Día de todos los Santos, jueves) y el 6 de diciembre (Día de la Constitución, jueves).
Una vez rotas las negociaciones entre sindicatos y patronal por el contenido de la
reforma laboral, se desconoce si habrá consecuencias de cara a este acuerdo previo. Tampoco se sabe si Rajoy podrá contar con el beneplácito del sector
turístico, que lógicamente se ve más beneficiado con el formato de
largos puentes que con el de fines de semanas 'alargados' hasta el lunes.
Otro apartado peculiar es el de las fiestas regionales y
locales. En manos de Rajoy estaría entenderse con cada comunidad
autónoma para imponer o pactar cuáles traspasar a lunes. Es evidente que
encontrará claros rechazos en casos más especiales como las
festividades catalanas.
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