lunes 13 de febrero de 2012, 08:11h
Nada
más hacerse pública la noticia -por cierto, en la mejor de las
tradiciones de las dictaduras, comunistas o no, dos días después
de su muerte efectiva, ocurrida el sábado 17 de diciembre de
2011-, un sinfín de altares y retratos del líder Kim Jong-il
inundaron todos los rincones de las principales ciudades de Corea
del Norte.
En
la capital, Pyongyang, los medios estatales daban la cifra de 5
millones de personas que habían salido a la calle a llorar la
muerte de su líder, cuando la realidad es que Pyonyang tiene 3,26
millones de habitantes. El hecho no tiene mayor importancia porque
sabido es que las dictaduras manipulan la realidad a su antojo
y conveniencia.
También
en la mejor tradición escenográfica, y en el palacio Kumsusan de
la República
Democrática Popular de Corea,
su cadáver fue velado en una especie de mausoleo de cristal bajo
una bandera roja y totalmente rodeado de flores blancas. Y, como no
podía ser de otro modo, el final del drama fue la crónica de una
sucesión anunciada, ya que el hijo menor del mandatario, Kim
Jong-un, fue elegido por la Asamblea
Popular Suprema como
sucesor de su padre al frente de los destinos del país.
Franco
El
reciente ritual norcoreano me trasladó a la España de hace
casi 40 años, al 20N de 1975, fecha en la que miles y miles de
españoles velaron respetuosos, dolidos y, quizás, amedrentados,
el féretro de otro dictador, Francisco Franco.
No
sé que tienen las dictaduras, de izquierdas y de derechas, de Kim
Jong-il o de Franco, que cada día a mí se me parecen más. A
otros, sin embargo - el más activista que actor Guillermo
Toledo Monsalve, más conocido como Willy Toledo, por ejemplo- , no
les sucede lo mismo y ven una diferencia abismal entre el
dictador de izquierdas
(Fidel y Raúl Castro, Bachar
al Asad o Hugo Chavez) cuyas
acciones y omisiones apoyan y justifican siempre, y, -no ya el
dictador sino, incluso el gobernante democráticamente elegido-
de derechas, que, invariablemente, hace todo mal , en base a la
naturaleza de su ideología.
A mí, por el contrario, para todos
los dictadores , de uno y otro signo, no me viene a la cabeza más
que el viejo aserto que dice aquello de "tan a gusto os vais
como descanso dejais". Y si el futuro de la Corea del Norte
discurre por los mismos senderos democráticos de su vecina del
Sur, o como el de la España que dejó Franco, miel sobre
hojuelas.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
3486 | MINUENDO - 17/02/2012 @ 16:55:55 (GMT+1)
Estoy de acuerdo José Miguel. Son irritantes las diferencias que hacen algunos entre los gobiernos totalitarios de los "míos" y de los "otros". Defienden presuntamente la libertad y a la vez ponen en sospecha a quienes no abrazan todo el "kit ideológico" de su trinchera.
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