Una devaluación no monetaria
domingo 12 de febrero de 2012, 13:52h
Confieso que he tenido que dejarlo
reposar un tiempo. Escribir sobre la reforma laboral que el Gobierno
propone a España después de haber sufrido un primer desengaño por
el alza de impuestos, después de que la reforma del sistema
financiero solo pueda calificarse como la más atrevida dentro de la
ortodoxia de respeto a lo que el sistema tal y como está es capaz de
soportar, nos quedaba acumular la esperanza, -de ese Gobierno al que
no iba a temblarle el pulso para las reformas-, en la del mercado de
trabajo. Y las sensaciones eran buenas. Las últimas semanas, los
circuitos informales en las antesalas del poder hacían concebir que
en la única de las tres reformas en las que el Gobierno no tenía
nada escrito en piedra, y por lo tanto podía plasmar su verdadera
voluntad de cambio, de reforma profunda, era en la reforma del
mercado de trabajo, cuyo funcionamiento es un verdadero horror que se
está llevando por delante la esperanza y la forma de vida de
millones de españoles.
"Completa, equilibrada y útil".
Eso dijo la Ministra. ¡Por fin! Cabía la esperanza de que no
estábamos ante un parche más. No iba a ser lo mismo de siempre. No
llegaríamos otra vez al absurdo absoluto que nos ofreció el
ministro Gómez, cuando hubo de devorar al final de su mandato el
sapo de aprobar la prórroga de los contratos temporales.
El convencimiento del Presidente Rajoy
de que su reforma daría lugar a una huelga, ya nos advertía de algo
que por otra parte sabíamos que habría de formar parte de ese
pretendido equilibrio. El comentario, también robado, del Ministro
De Guindos, sorprendió, pero algunos quisimos interpretarlo del modo
que el mismo pretendió aclararlo "extremadamente agresivo...con
los desequilibrios".
Aunque desconfiado, pues eso va pegado
a los que conservamos nuestra mitad de gallego, alguna columna de
opinión que había comprometido interpretando la reforma laboral, la
preparé el día anterior, en el convencimiento de al menos por una
vez se atacarían los desequilibrios y las expectativas se verían
satisfechas . La verdad, después de mucho tiempo viendo crecer a mis
hijos con el convencimiento de que más pronto que tarde los perdería
de vista porque su país no iba a ofrecerles aquello para lo que se
están preparando, recuperé durante algunas semanas la esperanza.
¡Pobre idiota!
¿Pero por qué otra vez? Esta reforma
no es más que una gran devaluación. Esta reforma sobre la que cabía
confiar que se volcase en el individuo, convirtiéndolo en su eje,
recuperándolo como propietario de su capital de trabajo, acentuando
su autoestima, que tuviese como objetivo estimular en él todo
aquello que lo refuerza: la formación y la mejora de sus
habilidades, las ganas de cambio, la ilusión por emprender, la
pérdida del miedo, no es más que un salto adelante en un espacio
vacío en el que tenemos que conformarnos. Es una reforma dura, que
flexibiliza el ajuste para abrir otras vías que no sean las del
despido, pero que se introduce en una situación de recesión en la
que las empresas ven como se contrae su mercado doméstico y
exterior. No atiende al gran mal del trabajo temporal, de modo que
deja de manifiesto que, o bien no aspira a cambiar el modelo, o más
grave, simplemente no cree que pueda cambiarlo y prefiere devaluarnos
por la única vía por la que puede hacerlo un país que pertenece a
un área de moneda única.
La economía está en caída y el
ajuste del empleo seguirá produciéndose. Será más barato despedir
y todo tipo de trabajadores tienen más posibilidad de perder su
empleo. Resulta que el 60% de una economía moderna es el consumo, y
el consumo es confianza, y la confianza precisa empleo. Si esta
reforma no se corrige y se orienta, no al despido sino al empleo, va
a tener razón el Presidente en que este año va a ser malo,
agresivamente malo. Y esta primera reforma -porque tendrá que
haber más- del mercado de trabajo del Presidente Rajoy, pasará a la
historia como algo más parecido a una gran devaluación, de aquellas
que antes eran solo monetarias, y que ahora se ha aplicado sobre
nuestro mercado de trabajo.
Analista y consultor
Consejero Delegado del Grupo Omega Financial Partners. Es economista, MBA por la IE Bussiness School y en Estrategia Internacional por la London Business School. Formado en el Chicago Mercantil Exchange, es experto en Options Risk Management por O´Connell & Piper de Chicago. Conferenciante y profesor de derivados financieros y divisas en diversos programas Master. Además, dirige los Comités de Riesgo de compañías de múltiples sectores de actividad, siendo miembro de varios Consejos de Administración. Ha sido contertulio habitual de emisoras de radio, miembro del equipo editorial de diversos diarios
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
3195 | Angel - 14/02/2012 @ 09:02:45 (GMT+1)
En roman paladin: Ya que no pueden devaluar la moneda devaluan a los trabajadores. Veo todo muy arriesgado, muy agresivo, muy reformista pero sólo lo veo en un sentido, ¿para cuando esa agresividad para con los bancos, las grandes fortunas, la economía de casino financiera? Actuan como reza el dicho: Siendo fuertes con los débiles y débiles con los fuertes; lo propio de los mezquinos.
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