Los límites de la libertad
miércoles 08 de febrero de 2012, 08:29h
El ministro de
Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha declarado que no ve
inconstitucional la
ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, y en las
altas instancias del Partido Popular han saltado chispas. Le vienen a
decir -y le dicen- a Gallardón que si desde su propia formación
política no se considerase que las bodas entre homosexuales estaban
en contra de la doctrina constitucional, no habrían presentado el
recurso que tienen planteado ante el correspondiente tribunal.
Al final, fuegos de
artificio..., porque lo más probable es que el Tribunal
Constitucional deje las cosas como están y que esa decisión termine
con cualquier discrepancia entre los "populares"...
Pero de este episodio
queremos extraer alguna enseñanza. Por ejemplo, la posibilidad de
que cualquier ministro, a título personal y ante su conciencia,
protegido por el derecho a la libertad de expresión, mantenga una
opinión contraria a los criterios generales del Gobierno. ¿Es que
todas las cabezas que se reúnen en La Moncloa tienen que pensar, por
real decreto, del mismo modo? Pongamos que se tome la decisión de
participar en una guerra como la de Irak o Afganistán. La decisión
se adopta, se mantiene y se lleva a cabo. Pero ¿no puede un ministro
o una ministra decir que se siente incómodo con la acción bélica,
que preferiría no poner en riesgo a nuestros soldados, y dedicar ese
dinero a carreteras o a hospitales? Eso no es traición ni atentado
a la autoridad ni deslealtad ni fariseísmo... Es, sencillamente,
decir lo que se piensa, y decirlo con honestidad y sin ánimo de
confundir...