La actualidad, que es
eso que ocurre mientras hablamos y algunas veces no nos damos cuenta,
viene dura como un látigo, viene fría como un puñal. En España se
destruyen 9.000
puestos de trabajo cada día, unos 375
cada hora, más de 6
al minuto..., si no
nos salen mal las cuentas. En lo que dure este comentario, este
"correo sin respuesta", una docena de españoles se habrán
quedado sin trabajo, lo que es una verdadera tragedia, y dan ganas de
callarse y de darles un abrazo...
Ni España ni el
mundo están bien hechos, ya se mire a la sangría del paro o al
actual azote de los hielos. En la lejana ciudad de Topki, en Siberia,
un hombre ha asaltado una tienda y, tras amenazar al cajero, no se
llevó nada: sólo quería ser detenido para ser conducido por la
policía a la prisión preventiva, a una celda con calefacción, y
librarse del frío (de unos 30 grados bajo cero) ya que, como se
sabe, en Siberia está el origen de la ola de crudeza polar que
invade a Europa...
Pero hablemos de otros
asuntos, que la actualidad también es un cesto de cerezas, y que "de
todo hay en la viña del Señor...". Hablemos de la fiesta de los
toros, por ejemplo...; de ese arte perseguido en Cataluña,
reverenciado en
Francia, y menospreciado por los gobiernos de
Zapatero bajo la
simplista creencia de que el mundo taurino es de derechas... El nuevo
ministro de Cultura,
José Ignacio Wert, con competencias estatales
sobre la tauromaquia, dice que el Gobierno debe apoyar a la llamada
fiesta nacional, que es patrimonio de todos, y que provocó emociones
en
Federico García Lorca y en
Pablo Picasso, que no eran
precisamente lo que hoy se llama gentes de la derecha o de la
ultraderecha... Si el ministro José Ignacio Wert se plantease apoyar
la fiesta de los toros de espaldas a la sociedad, cometería un gran
error. Pero si lo que pretende es garantizar la libertad --quien
quiera acudir a las ferias, que lo haga, puesto que lo paga de su
bolsillo-- , está en el acierto. Ni prohibiciones, como en Cataluña,
ni subvenciones.
Sencillamente, dejar que las cosas rueden a su aire,
que se fomenten el respeto y la tolerancia, y que quien considere una
verónica o un pase natural o una estocada como maltrato animal, que
no acuda a los graderíos de las cinco de la tarde... Y, por el
contrario, que lo haga quien sienta el espectáculo como un arte,
como algo grande y mágico que inspiró a poetas, a pintores, a
escultores, a músicos... Para eso está el Gobierno: para que los
españoles seamos más libres. Y ya que, por desgracia, ni contra el
paro ni contra el frío parece tener competencias, al menos que
promueva que, en las tardes de sol y moscas, los anti-taurinos se
queden en casa, y que los aficionados escuchen los pasodobles en paz...
Recuerde:
El ministro Wert a los antitaurinos: "Los toros son cultura"