La primera alcaldesa en la historia de la ciudad de Madrid ya ejerce como tal. Aquellos que esperan una "alcaldesa florero" se equivocan. El mando en plaza no lo da solo "la vara y el collar" sino el carácter y la energía de quien la porta. Ana Botella anda sobrada de ambas cosas y quienes la conocen añaden a su manera de hacer vitalidad y optimismo. Cosa bien distinta será que gusten más o menos sus declaraciones y/o sus decisiones. ¡Ese es otro cantar!
El acto de elección de la nueva alcaldesa de Madrid ha sido un reflejo de la personalidad de una mujer que no deja indiferente a nadie. Arropada por los suyos, su familia, con su marido José María Aznar a la cabeza y única referencia en su discurso con lugar a la emoción contenida al citarle como "referente". Arropada también por seis ministros, seis, del recién constituido gabinete de Mariano Rajoy y todas las fuerzas sociales de la Comunidad de Madrid, incluida su amiga la presidenta Aguirre. Faltó una referencia en el saludo institucional a los sindicatos mayoritarios, allí presentes, con sus secretarios generales, José Ricardo Martínez y Javier López; y se agradeció sin embargo la decisión anunciada de eliminar la burocracia para iniciar actividades de autónomos y pymes en Madrid con la mera comunicación de inicio de actividad, con la sonrisa cómplice del presidente de la patronal, Arturo Fernández.
La impronta dejada por Gallardón -hoy ministro de Justicia- se hacía notar entre sus colaboradores de toda la vida. Botella no va a realizar ningún cambio más allá de los obligados por las vacantes que pudieran crearse en su entorno por el traspaso de algún concejal al Gobierno nacional en segundos o terceros escalones. Pero Gallardón no tiene fácil a estas horas poder tirar ni de sus más próximos. A la pregunta "¿cómo va lo tuyo?" la respuesta era "aquí voy a seguir", "no hay nada" o "no sé nada". Tampoco hay mucho que el ministro directamente pueda ofrecer, "pasilleaban" los mejor informados, y aún menos sin pisar algún callo.
La sensación general pasaba por un deseo de que todo salga bien en un escenario complejo. Más allá del intento de Jaime Lissavetzky de distinguir entre "legalidad y legitimidad" en la forma de acceder a la alcaldía de Ana Botella y que no deja de ser un "brindis político al sol" tan respetable como obligado, pero tan débil como que en este caso y tantos otros, legalidad y legitimidad se dan la mano con antecedentes de todos los colores políticos.
Ana Botella hablará poco con los medios. No es que su predecesor haya hablado mucho más, pero las formas de comunicación mantenidas en el consistorio no parece que vayan a cambiar con la alcaldesa. El foco se centrará entonces en los debates en el plenario y ahí la alcaldesa tendrá que afinar y mucho. También en la figura de su mano derecha en el gobierno, de momento Manuel Cobo.
Con todo, el deseo de suerte en su tarea era generalizado. De la eficacia en la gestión se tendrá que encargar ella, empezado por el compromiso de reducir la deuda a la mitad de aquí a 2016. El 'simpa', como ha calificado Ángel Pérez, la patata envenenada que le deja Ruiz-Gallardón y que marcará sin duda sus primeros pasos como alcaldesa de Madrid.