Calvario navideño (III): Los villancicos
sábado 24 de diciembre de 2011, 11:46h
Después de ver el pasado jueves a los diputados andaluces haciendo el
habitual paripé anual con zambombas y panderetas en la puerta del Salón
de Plenos de las Cinco Llagas uno se pregunta hasta qué punto las
Navidades nos vuelven idiotas. Porque vale que te asalten en plena calle
Sierpes un grupo de campanilleros de corta edad, que contemples una
zambomba jerezana en cualquier esquina de Sevilla o que te despierten de
la siesta con el CD a voz en grito con el "ande, ande, ande la
marimorena", pero que los padres de la patria andaluza formen un coro de
109 voces para entonar el "pero mira como beben" me parece excesivo.
Como excesivas son las letras de los inocentes villancicos tradicionales
que todos entonamos en estas entrañables fechas. Deténganse un momento a
examinarlas. Veamos.
No nos fijamos en lo que cantamos pero se
dicen verdaderas barbaridades, tantas que el Portal de Belén más se
parece a una discoteca de moda en IBIza que al miserable y escueto
establo en el que nació Jesús. Por lo pronto, según los villancicos, los
pastores además de formar todo un escándalo nocturno en plan botellón
con las canciones, las panderetas, las castañuelas, las campanillas, las
zambombas, los tambores, incluso con el viejo tambor del pequeño
tamborilero ro-po-pom-pón y las campanas que tocan en todos lados para
que el Niño se durmiera (?), estaban empeñados en que San José, la
Virgen y el Niño cogieran una cogorza de padre y muy señor mío ya que
todos se empeñan en llevarle alcohol ("yo le traigo vino, yo le traigo
miel...", dice el de Venid benditos pastores o "voy a llevar al Portal,
requesón, manteca y vino" dice el de Campanas sobre campanas. Tanto es
así que hasta "beben y beben y vuelven a beber los peces en el río por
ver a Dios nacer" como si nadaran en un gin-tonic y es que, claro, allí
en el Portal de Belén hasta el más abstemio acaba listo de papeles, y
así hay quien ve a la misma vez "estrellas, sol y luna, la Virgen y San
José y el Niño que está en la cuna" como si alucinara.
Porque,
esa es otra, "hacia Belén va una burra, rin rin, yo me remendaba yo me
remendé yo me eché un remiendo, yo me lo quité, cargada de chocolate,
lleva su chocolatera, rin, rin, yo me remendaba, yo me remendé, su
molinillo y su anafre",. Sospechoso, muy sospecho que diría la pasma de
Herodes, chocolate y molinillo para picarlo. Además, según insiste el
villancico, se le pide a Maria que vaya corriendo o volando porque
alguien se está comiendo el citado chocolate y, claro, el colocón que
puede coger es de órdago. Como es de órdago el punto que lleva el nota
del arriero de la burra en cuestión que mas se le parece a Penélope
haciendo y deshaciendo remiendos. Y la Virgen está como para buscar a
los comechocolates despues de lavar pañales en el río y tenderlos en el
romero, de peinarse sus cabellos de oro con peine de plata fina y de
aguantar el peñazo de los pastores.
Con este panorama no es de
extrañar que los tres Reyes Magos confundan el Portal de Belén con
Amsterdam y sus cafés de hachís, y canten aquello de "olé, olé y
Holanda, olé, Holanda ya se ve". Los pobres míos, magos de Oreinte, se
quedarían de piedra con tanto vino y chocolate rulando por los
alrededores y la juerga de los pastores que, para más inri, se ponen
bordes y le piden a la Sagrada Familia nada menos que una pila la
asientos, "a este portal hemos llegado cuatrocientos en cuadrilla, si
quereis que nos sentemos sacad cuatrocientas sillas", como si el Portal
fuera el catering de Alfonso. Con tanta gente dando vueltas por los
alrededores y haciendo un ruido infernal de botellona no es de extrañar
que entran ladrones "en el portal de Belén gitanitos -toda una
incorrección política- han entrado y al Niño que está en la cuna, los
pañales le han quitado" e incluso que los ratones le hayan roido al
pobre de San José los calzones. "Vaya nochecita que nos están dando unos
y otros", diría para sí el padre putativo de la criatura.Y allí, en
pleno "puente" van todos, que parece aquello Benidorm, "arre borriquito
vamos a Belén, que mañana es fiesta y al otro también". Total que si
seguimos la historia de Jesús por los villancicos nos encontramos con
que Belén, en pleno mes de diciembre y con el frío que debería hacer, es
como cualquier fin de semana primaveral en el Charco de la Pava.
Así
que mejor, entonen ustedes el Adeste Fideles que, como es en latín, no
saben qué contri están cantando, o, en el peor de los casos, el
"güigüichu a merry chritsmas" que le chapurreban sus hijos después de
las clases de inglés. Al menos con estos villancicos no damos la nota y
dejamos el nacimiento de Cristo fuera de la juerga pastoril de alcohol y
drogas. Que sean felices.